Los vagamundos, los más pobres entre los pobres medievales

A lo largo de la Historia hemos visto estamentos o estratos sociales altos y bajos pero, ¿qué hay de todos aquellos que han sido marginados por la Historia? ¿Qué hay de los vagabundos y de los mendigos? Justamente a esto vamos a tratar de dar respuesta, centrándonos en los vagabundos de la Edad Media y de la Moderna.

mendigos y los vagabundos en la Edad Media y en Edad Moderna...
Pobreza y mendicidad. Fuente.

En casi todas las etapas podemos encontrar personas que, bien por tragedias o por problemas económicos, terminaron recurriendo a la mendicidad como sustento. Desde un punto de vista histórico, son personajes difíciles de valorar dado que poco o nada se conserva escrito sobre ellos. Hay que tener en cuenta que las fuentes generalmente utilizadas para estudiar la Edad Media son crónicas, testamentos, inventarios… Es decir, sabemos cosas sobre la gente rica pero casi nada sobre los pobres.

La desdicha de la ciudad… pobres y vagabundos en la Edad Media

Para empezar, hay que recordar que la sociedad de la Edad Media generalmente se divide en tres grandes estamentos:

pobreza y mendicidad en la Edad Media
Los Bagamundos eran nómadas, ya que no habitaban en un lugar concreto. Fuente.
  • Los laboratores (los que trabajan, es decir artesanos y campesinos).
  • Los bellatores (los que combaten, la nobleza y los soldados)
  • Los oratores (los que rezan, es decir, el clero).

Fuera de esta clasificación estarían los conocidos como bagamundos: gente sin oficio ni beneficio dedicada a mendigar de pueblo en pueblo (1). Personajes completamente desprestigiados por la sociedad que sobrevivían como podían. De todas maneras, los principios de piedad y misericordia, generalizados desde finales de la Edad Media, ayudaron a que los mendigos fueran sustentados gracias a las limosnas. El rico se creía que era mejor persona y el vagabundo tenía para comer, todos ganaban.

Por otro lado, hay que destacar que entre estos bagamundos, no todos caían en la pobreza exclusivamente por su economía y situación. Algunos de ellos cayeron en la pobreza debido a la búsqueda de la misma. Estamos hablando de algunas órdenes religiosas, como por ejemplo la de los franciscanos. Esta orden (2) predicaba la posibilidad de erigir un mundo mucho más sencillo y pacífico, basado en la pobreza y la entrega a los demás (3). Entre otras cosas, predicaban que la virtud residía en la pobreza, por lo que el número de indigentes se incrementó. La respuesta de las autoridades no fue combatirlos, sino aportarles derechos a estas personas. Era lógico, esta gente no sólo no se quejaba de su situación de pobreza, si no que la celebraba. Así, los ricos podían ser ricos de manera mucho más tranquila.

La eterna maldición divina… bagamundos

Pero no todo fue así para siempre. A lo largo del siglo XIV los bagamundos empezaron a ser personajes temidos. La pobreza pasó a considerarse como una maldición divina. Esto causó que los pobres pasaran a ser perfectas cabezas de turco para las continuas desgracias ocurridas en el siglo. De esta forma, se empezó a ver a estas personas como seres malintencionados de los que se debía desconfiar (4). Por esto, pasó  a ser frecuente que los señores feudales abusaran de estas clases marginadas.

bagabundos
Bagamundos en la actualidad. Fuente

¿Control de los marginados o exaltación de riqueza?

Una forma de controlar a los vagabundos de la Edad Media fue mediante la proliferación de obras pías, hospitales (5), cofradías, arcas de la misericordia, etc. (6). Así se tenía a la mayoría de vagabundos juntos en un mismo lugar.

¿Por qué esta forma de control? Muy sencillo, las obras pías además servían a los personajes enriquecidos como forma de apiadarse de los más necesitados. Gracias a esto el donante prácticamente se garantizaba el camino al cielo. Al construir edificios para los vagabundos, se mostraba una nueva forma de poder social o prestigio, ya que el edificio demostraría lo piadosa que era la persona que lo financió (7).

En cuanto a la Edad Moderna, las restricciones al vagabundeo se amplían mediante pregones y bandos. Estas medidas dificultarían que los habitantes de las ciudades andasen sin oficio ni beneficio (8). A finales del siglo XVI, en el caso de Madrid, era la Sala de Alcaldes de Casa y Corte (9) quién penaba a estos vagabundos. Los castigos podían variar entre la humillación pública, el destierro y, en el peor de los casos, el servicio de galeras. Así, se buscaba sacar una utilidad para los presos. De esta manera, los reos no permanecían demasiado tiempo en prisión, puesto que la Corona les necesitaba en los diversos barcos como remeros (10).

Las mujeres pobres

Para ellas el problema era más grave. Las mujeres de la Edad Media podían ejercer tres papeles: la prostitución, el servicio doméstico o, en el mejor de los casos, ayudar a sus maridos en el campo o en sus oficios. Hablando de pobres, podemos imaginar a qué se veían abocadas. Una mujer que se viera abocada a la soledad por falta de hombres a los que acudir (sí, amig@s, así era la Edad Media) prácticamente solo podía ser prostituta o monja.

Vagabundas había, pero pocas. Para éstas, en 1610 se crea una institución penitenciaria denominada la Galera, una institución que aplicaba por primera vez la privación de libertad a mujeres (11). Este organismo fue creado con la intención de reubicar a las mujeres para que en lugar de vagabundear ejercieran un oficio «decente». Ya sabemos, sólo había tres opciones: servidumbre doméstica, la manufactura domiciliaria o la prostitución. Como podemos ver, en la Edad Media, antes puta que mendiga.

Consideraciones finales sobre la pobreza y los pobres en Edad Media y en la Edad Moderna

La mendicidad indiscutiblemente estuvo muy extendida a lo largo de la Edad Media y no decayó en la Época Moderna. Además, no se puede negar la influencia de la religión en la constitución de la limosna como una forma de participar activamente en las funciones de la Iglesia. No obstante, la cantidad de vagabundos que se acumulaba en las ciudades fue un problema para los ayuntamientos. Por esta razón, además de por evitar los hurtos y la delincuencia, elaboraron legislaciones cada vez mas restrictivas con estas gentes.


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Referencias y bibliografía

Referencias

(1) Cuadrada Majó, 2015, p. 285.

(2) Esta orden seguía la regla aprobada por Inocencio III en 1209, y siendo revisada en la Regula Bullata, que en 1223 fue confirmado por Honorio III (Navascués, 2000, p. 185).

(3) Navascués Palacio, 2000, p. 185.

(4) Martínez García, 2008, p. 79.

(5) Hospital, como la etimología de hospicio, siendo un lugar donde podrían residir los pobres de forma gratuita.

(6) Martínez García, 2008, p. 79.

(7) Martínez García, 2008, p. 79.

(8) Sin trabajo conocido.

(9) Lo que para nosotros actualmente sería un tribunal de justicia.

(10) De las Heras, 1991.

(11) López Barahona, 2014.


Bibliografía

  • Cuadrada Majó, C., 2015, «Aportaciones a la visión de la pobreza en la Baja Edad Media», Espacio, Tiempoy Forma, Serie III Historia Medieval, 28.
  • De las Heras, J. L., 1991, «La justicia penal de los Austrias en la Corona de Castilla», Acta Salmanticensia Estudios históricos y geográficos, vol. 76, Editorial Universidad de Salamanca, Salamanca.
  • López Barahona, V., 2014, “La caza de vagabundas: trabajo y reclusión en Madrid durante la Edad Moderna”, en Oliver, P. y Urda, J. C. (coords.), La prisión y las instituciones punitivas en la investigación histórica, pp. 31-48, Ediciones de la Universidad de Castilla La Mancha, Cuenca.
  • Martínez García, L., 2008, «Pobres, pobreza y asistencia en la Edad Media Hispana. Balance y perspectivas», Medievalismo, nº 18, pp. 67-107.
  • Navascués Palacio, P., 2000, «Los Franciscanos», Monasterios en España arquitectura y vida monástica,  Ed. Lunwerg, Barcelona.
  • Pizarro Alcalde, F., 2013, «Religiosidad y pobreza en la España moderna», Tiempo y sociedad, nº 10, pp. 79-91.
  • Rivière, L., 1900,  Mendigos y Vagabundos, Saturnino Calleja Fernández, Madrid.
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1 COMENTARIO

  1. Muy buenas fuentes y un grandísimo artículo. El caso de Madrid es especialmente llamativo por las constantes repeticiones de pregones y bandos promulgados por la denostada Sala de Alcaldes. La monarquía hispánica pretendía limpiar la ciudad de todo aquello que la alejaba de la monumentalidad europea.