Sí, lo sé, con el Triángulo de las Bermudas – o «Diabólico» o «de la Muerte» (1)– sobran las presentaciones. También los mitos y chorradas varias que pululan a su alrededor. Empezando por su nombre, porque, más que un triángulo, esta zona geográfica, que tanta tinta hace correr, es una elipse (2). Y es una elipse bien hermosa: estamos hablando de más de millón y medio de kilómetros cuadrados de alta mar en el Atlántico, que linda con las Bermudas, Puerto Rico y Florida (3). Y si por algo es conocido el dichoso Triángulo de las Bermudas es por las misteriosas desapariciones de cientos de barcos y aviones – y, por consiguiente, de miles de personas – que se han producido allí a lo largo de los años, sin dejar rastro alguno. Porque no se ha podido recuperar ni un solo cuerpo, ni restos de los aviones y barcos (4).
La historia y la leyenda negra que envuelve al Triángulo de las Bermudas
Ya en época de Colón – hacia finales del siglo XV – el Triángulo de las Bermudas se ganó la fama de peligroso (5). Pues, mientras surcaba estas aguas, al amigo Cristóbal se le escacharraron las brújulas (6). Además, afirmó vislumbrar extrañas luces en el cielo – probablemente, algún cuerpo celeste penetrando en la atmósfera – (7).
Pero la leyenda negra del Triángulo de las Bermudas comenzó en 1945, con el famoso Vuelo 19 (8). De golpe y porrazo, desaparecieron cinco aviones de la marina estadounidense y el hidroavión que salió a su rescate, tras perder las comunicaciones. El resultado fue que 27 personas se borraron del mapa de sopetón y sin dejar pistas (9).
Y, para alimentar al monstruo, en las décadas de los ’50 y de los ’60 del siglo pasado, la prensa sensacionalista se hizo eco de más desapariciones, llenándose los bolsillos con los titulares más escandalosos y salpichurrescos, y asegurando que quien osase navegar en esas aguas, automáticamente, desaparecería. – Cosa que, lógicamente, no es cierta: se trata de una zona híper transitada diariamente, sin que suceda ningún percance – (10).
En 1963 sucedió otro suceso muy sonado: la desaparición del buque petrolero Marine Sulphur Queen, que viajaba desde Texas hasta Virginia. Su tripulación ni siquiera pidió auxilio y, tras días de búsqueda y rastreo, solo se recuperaron chalecos y otros salvavidas. Pero ni rastro de los 39 tripulantes ni de la embarcación. Se teorizó con que pudo haber explotado la carga de azufre que transportaban, de ahí que no quedase ni sombra del petrolero. Además, la nave era bastante regulera (11).
Aliens, monstruos marinos, fantasmas y otros cuentos para no dormir
La cosa es que a los científicos les empezó a picar muchísimo la curiosidad. Así, entre las décadas de los ’70 y los ’80, más de 20 buques, sobretodo soviéticos, estuvieron realizando estudios minuciosos sobre la zona (12).
Pero ya sabéis que a los humanos el misterio nos pierde, y la imaginación echa a volar en cuanto escuchamos la premisa: “desapariciones inexplicables”. Así que, aparte de las científicas, las teorías más estrafalarias no han dejado de rular, para “explicar” el misterio que envuelve al «diabólico» Triángulo de las Bermudas. Uno de los culpables de tanta tontería, fue Charles Berlitz y su obra de 1974, The Bermuda Triangle (13). Viene a ser un manual de pseudociencia rocambolesca, digno de leer si lo que se pretende es mearse de risa un ratejo. Oye, que nunca viene mal, pero sabiendo de antemano que lo que se está consumiendo es pura ficción. ¡Yo de pequeña me lo pasaba pipa con el amigo Berlitz!
Pero Berlitz no es el único “investigador” que ha echado mano de la ciencia-ficción para «explicar» los misterios que envuelven al Triángulo de las Bermudas. Para que seáis capaces de visualizar hasta donde han llegado estas “explicaciones alternativas”, aquí os dejo un Top 5:
1) Fenómenos paranormales
Los amigos del misterio afirman sin despeinarse que buques fantasmas – rollo El Holandés Errante o el Mary Celeste – navegan por las aguas del Triángulo de las Bermudas, liándola muy parda. Seguramente, esta leyenda se gestó entre los siglos XVI y XIX, cuando los exploradores europeos informaban de que avistaban barcos que iban a la deriva y sin tripulación (14). Un mito más que común entre navegantes, que, no sé a vosotros, pero a mí no me convence… Llamadme racional.
2) En el Triángulo de las Bermudas hay un agujero negro
Que sí, que los agujeros negros existen y la ciencia – por ejemplo, la teoría de Stephen Hawking – da buena cuenta de ello. Pero la clave está en que si en el Triángulo de las Bermudas lo hubiese, no habría ni agua ni tierra en esa zona. El agujero negro se lo zamparía todo, pues nada escaparía a su campo gravitatorio. Por lo tanto, teoría descartada (15).
3) La teoría del Kraken y otros monstruos marinos
Hay quienes afirman que un Kraken (el “calamar” de Piratas del Caribe), u otros monstruos marinos gigantescos, están dando por culillo en el Triángulo de las Bermudas y zampándose de un asalto todo lo que se menea delante de sus fauces. Cierto es que marineros y piratas han dicho haber avistado calamares de hasta 15 metros, que habitan en las profundas aguas de alta mar, pero el resto – aunque resulte muy pintón – es pura leyenda (16).
4) Los OVNIS nunca pueden faltar
También hay quienes sostienen que los extraterrestres tienen bases submarinas en el Triángulo de las Bermudas y abducen al personal. Sí, ya sabéis, para estudiarnos en sus planetas y esas cosillas que cuentan los amigos de los OVNIS, que hasta afirmaron haber visto naves extraterrestres entrando y saliendo de esas aguas, ¡con un trajín que no veas! Mejor me ahorro más sarcasmo (17).
5) La Atlántida está en el Triángulo de las Bermudas
Para mi gusto, esta teoría estrafalaria es la más molona. Dicen que la mítica Atlántida – isla legendaria, descrita por Platón en sus diálogos Timeo y Critias, cuya existencia ni siquiera se ha demostrado – está en el Triángulo de las Bermudas y sus habitantes desarrollaron una súper tecnología, que fue lo que la hundió. Y, precisamente, es esa tecnología tan súpermegaultrachachi lo que hoy interfiere en los aparatos eléctricos de las embarcaciones que surcan esas aguas y provoca las desapariciones (18). Hay que reconocer que este cuento se lleva la palma de oro en cuanto a originalidad, pero… En fin, tampoco cuela.
Volvamos a la realidad: lo que la verdad esconde sobre el Triángulo de las Bermudas
Sucesos reales que sí acontecieron, le añaden más misterio al Triángulo de las Bermudas: han caído enormes meteoritos y piratas, submarinos nazis y traficantes (de personas, armas y drogas) han surcado sus aguas (19). Allí, la arqueología subacuática puede hallar desde galeones españoles a todo tipo de embarcaciones (20). Además, el Mar de los Sargazos, temible por los navegantes desde el siglo XV por su inmensa profundidad, la falta de viento y las corrientes circulares de sus aguas – todo ello provocaba la inmovilización de las embarcaciones –, se encuentra dentro del Triángulo de las Bermudas, lo que acrecienta el yuyu colectivo (21).
Pero, vamos al lío: ¿por qué hay tantas desapariciones?
Primero, el Triángulo de las Bermudas es un “atajo” para viajar desde América hasta Europa. Además, los países que lo rodean son de gran atractivo turístico, por lo que el ir y venir de barcos y aviones es el pan de cada día. Por lo tanto, las papeletas para que ocurran accidentes, son muchas (22). Sumémosle típicos errores humanos a la hora de navegar o de pilotar: errores de cálculo, malas decisiones – sí, el ser humano no es perfecto y suele cagarla – o fallos tecnológicos – las máquinas tampoco son infalibles – (23).
También, es una zona cargada de tifones, huracanes, ciclones, trombas marinas y tormentas descomunales, que provocan olas gigantescas, lo que aumenta las posibilidades de sufrir un accidente (24). Además, en el suelo marino hay cuevas verticales muy profundas (agujeros azules), que generan corrientes fortísimas, capaces de mandar a la deriva barcos de gran tonelaje. Y también hay cráteres con gran concentración de metano: el calor de las aguas y el de los propios barcos, podría hacer que el gas explosionase (25). Asimismo, se ha teorizado sobre variaciones magnéticas, que hacen que fallen los aparatos eléctricos. Por eso, las brújulas no funcionan correctamente, como le sucedió en su día a Colón (26).
La respuesta está en la ciencia
Las anteriores explicaciones científicas nos arrojan pistas. Pero, al ser una zona alejada de la costa y muy extensa, recuperar restos de los accidentes es prácticamente imposible. De ahí que, tras las desapariciones, no quede rastro. Así, no nos queda más que resignarnos. Porque, sin pruebas materiales ni cuerpos que recuperar, es casi imposible demostrar qué narices ocurrió en cada caso concreto. Para saberlo, habría que rastrear palmo a palmo el fondo marino, cosa que aún no se ha hecho. Pero no hay paranormalidad alguna que haga que esta zona del Atlántico sea más peligrosa que cualquier otra parte del Océano. Es más, el Triángulo de las Bermudas ni siquiera figura en la lista de las zonas más peligrosas del Océano. La explicación de las desapariciones – que no son tantas como cuentan los vende humos –, seguramente sea una mezcla de las circunstancias antes expuestas (27).
Además, no podemos olvidar que, a diario, muchísimos aviones y barcos viajan por esa zona, sin sufrir el más mínimo contratiempo (28). Así que, aunque el Triángulo de las Bermudas sirva de inspiración para las obras literarias y cinematográficas más variopintas, no estamos ante un fenómeno paranormal, ni extraterrestre, ni leches. Los accidentes ocurren, asumámoslo, y siempre tienen una explicación racional.
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