A principios del siglo XX en España el alojamiento escaseaba, nada de resorts ni otras zarandajas, era el reino de las fondas y de los hoteles de lujo, no había punto medio. Al monarca de entonces, Alfonso XIII, se le ocurrió la feliz idea de dotar a la nación de unos alojamientos bien bonitos y lustrosos para que los visitantes se sintiesen a gusto: una mezcla de tradición y modernidad. Nacen los Paradores de Turismo.
El Rey dice: ¡Necesitamos Alojamientos, Leñe!
La idea era buena, pero había que llevarla a cabo. Se necesitaba a alguien que plasmase los pensamientos del monarca. Para ello, en 1911 se crea, por Real Decreto del Consejo de Ministros, la Comisión Regia para el Desarrollo del Turismo y la Cultura Artística y Popular, al frente de la cual se encontraría Benigno de la Vega-Inclán y Flaquer (1). Organismo personalista donde los haya, sus planteamientos eran ambiciosos y modernos: mejorar las infraestructuras y comunicaciones, crear una red de alojamientos (2), ofrecer información al visitante y promocionar el patrimonio cultural español mediante publicaciones, ferias, exposiciones, etc. Se veía al turismo como una actividad cultural.
La Comisaría Regia – Mucho nombre y «pocos dineros»
La Comisaría dependía del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, pero poseía una exigua asignación, que era completada en ocasiones por el bueno de D. Benigno de su propio bolsillo. Tras el asesinato del Presidente del Consejo de Ministros, José Canalejas, en 1912, sufrió todavía más recortes presupuestarios.
Nacen los Paradores de Turismo
Vega-Inclán promovería algo que ha llegado a nuestros días: la Red de Paradores de Turismo. El primero de ellos sería el Parador de la Sierra de Gredos, construido exprofeso para tal fin y con elementos aprovechados de edificios antiguos de la zona (3). Se inauguraría en 1928, cuando la Comisaría ya no existía. El siguiente sería el Parador de Oropesa (Toledo), ubicado en un castillo medieval. Se iniciaba con éste la costumbre de convertir o reutilizar monumentos en Paradores, como el de Mérida, situado en un antiguo convento-hospital. Normalmente, se ubicarían en lugares con atractivo turístico que contasen con poco alojamiento privado.
A fin de proteger el espacio natural, en 1918 se crearía la figura de Parque Nacional, siendo los primeros el Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, hoy de los Picos de Europa, y el de Ordesa (4). Hoy ya hay unos cuantos.
Adiós Comisaría – Hola Patronato Nacional de Turismo
En septiembre de 1923 Primo de Rivera da un golpe de Estado. El nuevo jefazo no prestó mucha atención al turismo en un primer momento. De hecho, hacia 1926 se advertía el desinterés y la dejadez estatal en este asunto. Pero, en 1928, se decide que a la Comisaría Regia le suceda el Patronato Nacional de Turismo. (5)
El Patronato respondía a un esquema de trabajo más europeo y contaba con más medios humanos y económicos que su antecesora. Se crearon escuelas de Turismo, agencias en el extranjero, se continuó con las labores de divulgación, etc. Tras su remodelación en 1930, se implantan el libro de reclamaciones o las oficinas de información.
Este organismo también fue criticado. En 1931, la República, lo transformaría en la Dirección General de Turismo. Pero a finales de ese mismo año se volvió a su antigua denominación. Tiempos convulsos. No debemos olvidar el contexto de crisis internacional surgido del Crack estadounidense de 1929.
Para 1936 ya había quince Paradores, pero llegaron los golpistas…
Los Paradores de Turismo en tiempos de Franco
La Guerra Civil supuso el cese temporal del turismo en nuestro país. Muchos edificios cambiaron de uso y se convirtieron en hospitales o simplemente sufrieron destrozos. Aun así, en 1938, se sustituye el Patronato (de la República) por el Servicio Nacional de Turismo. Esta denominación seguirá tras la guerra. Se prohíbe, entre otros, usar la denominación “parador de turismo” para definir a establecimientos privados.
Los cuarenta fueron años de escasez y miseria. Y no solo en España, también en Europa a causa de la II Guerra Mundial. En realidad, el turismo no comenzará su recuperación hasta de la siguiente década. En 1951 se crea el Ministerio de Información y Turismo y el número de establecimientos estatales llega a veintiséis. Había Paradores hasta en Marruecos, como el de Tetuán, pero al perderse el protectorado, en 1956, se cerraron,
Pero si hay una década que suponga un renacer (o nacer a secas) del turismo en nuestro país es la de los sesenta. Manuel Fraga, titular del Ministerio antes citado entre 1962 y 1969, daría un nuevo impulso al turismo patrio con su Spain is different (6). ¡Qué vengan las suecas! El número de Paradores se duplicó en un periquete.
Se crean la Empresa Nacional de Turismo, S.A. (ENTURSA) y la Red de Paradores y Albergues. La primera dependiente del INI y la segunda, del Ministerio de Información y Turismo.
La vuelta a la Democracia
En 1986, gobernando el PSOE, se privatiza ENTURSA. Sus establecimientos pasan a manos de cadenas hoteleras privadas, salvo el Hostal de los Reyes Católicos de Santiago de Compostela, el Hostal San Marcos de León y el Hotel la Muralla en Ceuta, incluidos en Paradores.
Los Paradores de Turismo hoy
Con el nuevo siglo se han realizado inversiones y se han rehabilitado edificios. Buenos ejemplo son el Parador de Monforte de Lemos (Lugo) en 2003 o el de Santo Estevo (Ourense), inaugurado en 2004 (7), ambos en plena Ribeira Sacra.
En la actualidad, los Paradores se clasifican según su ubicación: Civia, asentados en el centro de las ciudades; Esentia, cuando el edificio que ocupan es histórico; Naturia, los situados en plena naturaleza. Pero el modelo sigue creciendo mediante el establecimiento de franquicias. La primera se sitúa en Penalva do Castelo (Portugal) y es el Parador Casa da Insúa, en un edificio barroco.
Gracias a esta longeva iniciativa se ha conseguido conservar edificios que de otra forma quizás habrían desparecido, aunque no hay que perder de vista que el cambio de función de los edificios puede ser problemático. Pero esa es otra cuestión. ¡Larga vida a Paradores!
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