14 de febrero – Día de San Valentín
El 14 de febrero lleva siendo el día marcado en el calendario por los enamorados desde hace siglos. Concretamente desde hace dieciséis (1). Tristemente, los aniversarios particulares son fácilmente olvidables o difíciles de celebrar por culpa del trajín de la rutina que nos atenaza a todos. Pero San Valentín tiene tal importancia que todos sabemos que nos toca hacer un regalito bonito a aquél, aquella o aquell@s (depende de lo pirata que seas) que amamos. Es cierto que es difícil no darse cuenta de que llega tal fecha por diferentes factores. En un primer momento era El Corte Inglés quien nos lo recordaba y, ahora, hasta las tiendas de armas hacen campañas especiales. Ahora bien, ¿cuáles han sido las razones históricas para asociar este día de febrero con un santo que representa al amor? ¿Cuál es el verdadero origen de San Valentín?
Cupido – El dios-niño tiraflechas
Muchos, cuando piensan en San Valentín imaginan a un niño con alas que tira flechas, generalmente con muy mala leche. Su voluntad es extraña y, lo peor, es que dispara de una persona en una, raramente a dos a la vez, lo que sin duda facilitaría las cosas. Para rematar, muchas veces lleva los ojos vendados. La cuestión es que ese pequeño cabroncete es el dios griego Eros o romano Cupido, hijo de Afrodita o Venus.
Lo curioso es que, con la llegada de la cristianización, fue de los pocos antiguos dioses paganos que sobrevivió. Por supuesto, se le aplicaron cambios con el tiempo. Lo primero era ponerle pañales, no fuera que acabara resfriándose. Imaginad verle los cojoncillos a un niño volador, hubiese sido demasiado perturbador para un cristiano. Siguiendo con el cambio de “look”, se le añadió la típica aureola. Y para finalizar, se le degradó de dios a ángel, decisión terrenal que seguro afectó al humor de la divinidad y por la que ahora tantos sufren de mal de amores.
A estas alturas, querido lector, te preguntarás, mucho Eros, Cupido y tal pero aquí ni palabra de la historia San Valentín. Pues bien, es que no tienen nada que ver. En la Antigüedad hubo tres Valentines que llegaron a ser santos de la cristiandad y todavía no sabemos a ciencia cierta cual es el patrón del amor. Aunque tranquilos, la historia de uno de ellos, teñida por supuesto de tintes legendarios, han favorecido a uno por encima de los otros dos.
La historia de San Valentín – El hombre que lo mismo te curaba la vista que te organizaba una boda
Hagamos un viaje a la Roma imperial de segunda mitad del siglo III, concretamente entre los años 268 y 270 d.C. Durante esos dos años, el emperador fue Claudio II, quien pese a la brevedad de su gobierno fue uno de los emperadores con mayor glorificación popular, llegando a ser divinizado a su muerte (2). Pues bien, durante aquella época, los soldados romanos tenían prohibido contraer matrimonio. (3) Si habéis leído “La República” de Platón os sonará el concepto. Ya sabéis, que los soldados no se casen, para que su mayor amada sea la patria y mueran por ella sin temor, bla bla bla… (si queréis saber lo dura que era su vida…)
En este contexto aparece nuestro defensor del amor, San Valentín, aunque todavía no era santo, así que Valentín, a secas. Este hombre era un médico romano que se hizo sacerdote cristiano y se dedicaba a casar en secreto a los soldados romanos con sus amadas (4). El matrimonio evidentemente no era válido, ya que el cristianismo todavía estaba prohibido, pero ante los ojos de Dios las leyes terrenales no tienen peso, o eso dicen. Es algo parecido a aquellos que van a Las Vegas a casarse. No vale para nada, pero ¿y lo bien que se lo pasan qué?
De todas maneras, lo que era un acto de amor, se acabó torciendo y Valentín fue arrestado por andar trapicheando con votos matrimoniales. Además, cuentan que en prisión se encontró con una niña ciega a la que le curó la vista. Ya sabéis que para ser santo algún milagro hay que hacer. Al final, pese a tanto poder, no pudo evitar que le cortaran la cabeza. Un tipo que es asesinado en nombre del amor, y sin beneficiarse personalmente, Cupido tenía los días contados. De hecho, la que era la fiesta para celebrar la fertilidad, conocida como Lupercalias, era el 14 de febrero hasta que el papa Gelasio I la sustituyó por San Valentín en el año 494 d.C.
Otros Valentines famosos
Como hemos dicho antes, hay como mínimo dos Valentines más que optan a patrón del amor. Uno de ellos fue el conocido como Valentín de Terni, hombre que teóricamente fue consagrado como obispo en el año 197 d.C. y que murió igual que el otro Valentín pero tres años más tarde, en el 273 d.C. Es decir, algo no cuadra. O le nombraron obispo de niño/adolescente o decapitaron a un hombre de más de cien años. A este Valentín se le atribuye curar a varios paralíticos, entre ellos al hijo del gran erudito Cratón. (5)
Finalmente, el tercer Valentín fue un obispo del siglo V del que apenas se sabe nada, salvo que fue enterrado en el Tirol italiano. (6) Algo haría seguro, porque canonizado está. Pero ya sabemos, antes ascender a los cielos era mucho más sencillo que ahora. Seguro que en San Valentín más de uno se gana su sitio en el infierno. Recordad que tampoco es tan difícil. Si no estáis casados ni os acerquéis a vuestra pareja porque estaríais pidiendo cita previa con Lucifer.
¿Paganismo? no, gracias
Al final, ante tanto lío y datos inconclusos, la propia Iglesia consideró pagana la celebración y la canceló en el II Concilio Vaticano del año 1969 (7). Aun así, otras iglesias como la luterana y la ortodoxa han seguido celebrando su festividad. De hecho, tiene sentido. San Valentín no es más que una excusa para intentar encerrarte con tu persona favorita a disfrutar de una buena sesión de sexo con muchísimo amor. Por eso, los cristianos apostólicos romanos la prohíben, mientras que el luteranismo y la ortodoxia, variantes en las que los sacerdotes se pueden casar, se celebra. Tontos no son.
¿A quién le importa lo que diga hoy la Iglesia respecto a San Valentín?
En definitiva, la Iglesia puede decir misa. San Valentín es uno de los días rojos en el calendario ya seas cristiano, luterano, hinduista, musulmán, o namekiano. Al final, el infantil arquero alado ha sobrevivido hasta nuestros días e incluso se le representa junto al mártir cristiano. La significación de la fiesta se ha impuesto sobre la historia y ya no importa si veneramos a un obispo a un viejo dios, simplemente queremos celebrar el amor, que al fin y al cabo es lo que mueve el mundo.
Si estás en pareja, no piensas en otra cosa que pasar el día con tu media naranja y esperar que le guste tu regalo. Si estás enamorad@ pero tu crush no lo sabe, te pasarás el día stalkeándole las redes sociales para cerciorarte de que no pase el día con otra persona. Y si estás solo, pues subes el meme del Señor de los Anillos.
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