Últimamente, no dejamos de oír el término machismo por todos lados. En programas de televisión, reivindicando el feminismo. También en los telediarios o en el trabajo, día sí y día también, nos enfrentamos a ese gran contratiempo. Un problema que lejos de ser resuelto, aunque se intente camuflar, sigue presente en nuestra cultura. Pues bien, acabamos de tener una de las mayores manifestaciones feministas, la del 8 de marzo de 2018.; acontecimiento que seguro que, en un futuro, aparecerá en los anales de la Historia. Pero, realmente, ¿sabemos qué significa feminismo? La historia está llena de ejemplos de la desigualdad que ha sufrido la mujer. Cosa que se hace visible con los grandes inventores de la Historia. Siempre hablamos de ellos pero, ¿dónde están las inventoras? En Khronos encontrarás algunas de ellas algunas de ellas, como Margaret Knight (1).
Aunque siempre se haya dicho que las ciencias son más de hombres, también nos encontramos a mujeres con ciencia. ¡Y hasta frikis! Están las más conocidas, como Marie Curie o Hipatia de Alejandría. Pero no son muchas las mujeres populares en la Historia de la Ciencia. Esto siempre ha sido por lo mismo, gracias a los grandes machotes… (porque las mujeres, históricamente, no han tenido las mismas oportunidades que los hombres: no tenían acceso a la educación superior, por ejemplo, hasta hace dos días…) y los robos de ideas. ¡Aquí el que no corre vuela!
Quiero romper una lanza por esas primeras mujeres que lucharon por sus derechos y la igualdad de sexos. Como fue esta gran inventora, con una historia genial y fascinante, de la que hablamos hoy.
Una niña con ansias de aprender
Margaret, desde su más tierna infancia, ya apuntaba maneras. Porque, aunque pueda parecer increíble, creaba sus propios juguetes, como cometas o trineos. ¡Igual que los niños de ahora, que se quedan embobados, horas y horas, delante de la PS4!
Esta niña inventora, como no tenía suficiente con la creación de sus juguetes, a los diez años se puso a trabajar en la misma fábrica textil que su familia (2). Y también, un poquito, porque la comida es necesaria para subsistir y, la pobre, no tenía padre.
La mujer «Edison» y su gran ingenio: la bolsa de papel de Margaret Knight
Su primera historia de amor con la ciencia llegó años después. El accidente laboral de un compañero, con una de las máquinas de la fábrica, la llevó a elaborar su primer invento. Esta pequeña mujercita (hay que recordar que solo tenía 12 años), inventó un mecanismo de seguridad para detener el telar automáticamente, en caso de que algo se quedara atrapado.
Más tarde, comenzó a trabajar en una empresa donde Margaret Knight hacía bolsas de papel (3). A ver, no nos imaginemos las típicas bolsas de papel (4) que vemos en todas las películas americanas. Sobre todo, la del típico vagabundo que esconde una botellita, para que no le multen. Nada que ver. Estos envoltorios, eran unos estrechos tubos, no muy diferentes de los sobres, y con el fondo en forma de uve (con una estabilidad interminable, claro).
Este tipo de envoltorio no era rentable para los negocios. Se rompía, y no se podía meter nada dentro. ¡Un hurra por el inventor! Además, no podían producirse con rapidez, porque tenían que pegarse una a una, a mano.
Margaret, con su cabecita pensante, consideró mecanizar todo el proceso de fabricar bolsas: corte, doblado y pegado. Así podrían adquirir mayor amplitud, y se les podría dar un uso mayor. Además, una forma cuadrangular en el fondo conseguiría que se mantuviese erguida, pudiendo aguantar más carga sin romperse.
En poco tiempo hizo un prototipo que podía fabricar unas mil bolsas, con solo apretar una manivela. De esta manera, el aparato realizaba el trabajo de muchas personas. Mujer y encima quitando puestos de trabajo… ¡Tuvo que hacerse muchos enemigos!
Mujeres de armas tomar
Margaret Knight, animada por sus logros, se lió la manta a la cabeza y se fue a solicitar la patente de su máquina. Y ¿cuál fue su grata sorpresa? ¡La administración poniendo pegas! ¡Le exigían que el prototipo estuviese hecho en hierro!
Ella, ni corta ni perezosa, se fue a Boston, a una empresa, para que le hicieran ese prototipo. Cuando ya lo tuvo e iba a patentarlo, ¡alerta de nuevo!, se encontró que una máquina igual que la suya ya había sido patentada días antes por uno de los mecánicos de Boston (5). Margaret Knight y las bolsas de papel se encontraban con un bache…
Pero esta gran inventora, con muchos ovarios, se fue ante la oficina de patentes. Allí, le interpuso un litigio al listillo de turno. Claro, que le salió un poco caro, porque tuvo que pagar los altos costes de la demanda. Cien dólares diarios, que no es moco de pavo.
Margaret Knight aportó contundentes evidencias, así como testigos, y sí… sus propios conocimientos. Sin embargo, el ladronzuelo de ideas alegó que solo le ayudó con algunas «mejorillas» de nada. Lo peor de todo fue cuando argumentó que resultaba imposible que una mujer realizara diseños técnicos sofisticados. Y, aunque parezca mentira, en esta época, esto resultaba efectivo. Si llega a estar en la manifestación del 8 de marzo, ese pillo no sale vivo.
Al final, Magaret ganó el juicio y, después de todo el ajetreo y sin más sobresaltos, pudo conseguir su tan ansiada patente (6).
Inventos revolucionarios
Como quería explotar su invento, consiguió un inversor. De éste, recibió un buen dinerito por los derechos de su patente. ¡Chica lista! Las nuevas bolsas de papel tuvieron un éxito inmediato y fueron adquiridas por grandes almacenes de Nueva York.
Margaret Knight, con su invento, consiguió una gran revolución comercial, que trascendió las fronteras norteamericanas (7).
Esto es todo amigos… ¡Pues no! La actividad inventora de Margaret no abarcó solamente la fabricación de bolsitas. También se desarrolló en otros sectores tecnológicos. Impresión, sector textil, cocina, calzado, máquinas-herramientas, vivienda o motores. ¡Para qué perder el tiempo si puedes inventar algo!
En los últimos años de su vida consiguió, para llevar un poquito más la contraria, trabajar en sectores muy sofisticados tecnológicamente, como en el de los motores de explosión y en la industria del automóvil. Sectores muy masculinos, por otro lado.
En total, consiguió más de veinte patentes y unos noventa inventos. ¡Casi nada! Y hoy nos quejamos de que no tenemos tiempo…
Sin embargo, a lo largo de la Historia, se han dado casos en los que las mujeres no han sido tomadas en consideración. Después de tanto esfuerzo, sus descubrimientos eran atribuidos a sus colegas masculinos. ¡E incluso a sus maridos!
Han sido muchas las guerreras que lucharon para que, en la actualidad, podamos gozar de «algunos» derechos que en un pasado, no muy lejano, nos fueron negados. Así que por eso y por mucho más desde la revista Khronos Historia queremos darle las gracias.