Cuando hablábamos de la unificación de Japón bajo la figura de Nobunaga, todo parecía indicar que, pese a los esfuerzos del general, el trabajo todavía no había terminado. En este juego estratégico le sucedería Toyotomi Hideyoshi, un guerrero que demostró su valía en el liderazgo y la semblanza.
La familia de Hideyoshi no destacaba en nada; ni tenía una tradición familiar samurai, ni tampoco disponía de dinero. Tenían ganado y un extenso campo para trabajarlo. En esta situación, ¿cómo se explica el ascenso de un soldado raso a – casi – shôgun?
Hideyoshi y sus habilidades naturales
Ascendió de portador de sandalias de Nobunaga (1) a daimio – algo así como un gobernador territorial. Entre sus funciones, destacaban mantener la paz, controlar el ejército de la región o un control férreo administrativo –. Ahora lo mismo te estarás replanteando tus salidas labores…
En su caso, como en casi toda historia, hay tres elementos que ayudan a convencer a una persona: alcohol, mujeres y habilidad persuasiva.
Su ascenso empezó como diplomático, y no solo su labia ayudó a construir relaciones… También llevaba señoras de compañía y alcohol a las reuniones y se hacía el tío más popular. Así manipulaba Hideyoshi a la gente a su antojo. Pobres japoneses, les perdían los vicios…
Cuando muere Nobunaga, el clan Oda se empezó a desestabilizar. Unos querían el poder y otros querían conservar su cabeza, normal. La verdad es que el patio estaba revuelto, pero como era casi tradición -aquí da igual Oriente u Occidente, al final pasa igual en todos lados-, la sucesión quedó en un enchufe familiar. Mientras que el nieto de Nobunaga, junto a unos consejeros, se ocuparían de los asuntos «menos problemáticos», Hideyoshi quedaría relegado a defender la capital. Esta decisión no terminó de gustar a mucha gente, incluso casi causó una guerra civil.
Pero lo que le interesaba a Hideyoshi era ascender políticamente. Y no encontró mejor oportunidad que acabando con la vida de sus rivales más directos. Empezó por el general que traicionó a Nobunaga (2)… Y se ve que no le caía bien a nadie porque nuestro protagonista se hizo más popular aún dentro del clan. Sin embargo, todavía quedaban sectores que se oponían a su poder, como Tokugawa Ieyasu (3) de él ya hablaremos…
En este particular Juego de Tronos, finalmente Hideyoshi se impuso y pudo continuar con el legado de su predecesor.
La vuelta al plan: la conquista de Japón
Una vez que se aseguró el control del clan, comenzó a unificar el país a través de dos títulos personales: kanpaku – consejero del emperador— (4) y taikô – kanpaku retirado, ya que abdicó en favor de su nieto-.
A ver, hagamos una vuelta atrás. Un campesino raso, un portador de sandalias, diplomático, vengador de su shôgun… Sí, la carrera poco a poco empezaba a coger ritmo. Los títulos expuestos anteriormente confirmaban una realidad: Hideyoshi era un férreo candidato a ser shôgun. Con todo esto, necesitaba legitimar su figura y buscar una conexión con las familias tradicionales, logrando la adopción de la familia -meñique, ¿eres tú?-.
Estaba claro que si él había logrado llegar tan lejos, otra persona podría realizar su misma hazaña, así que se aseguró tomar una serie de medidas como la prohibición de saltar de una clase social a otra. Nadie podría imitar su ascensión a lo más alto.
En el aspecto militar, conseguir el objetivo de reunificar los territorios no era una tarea fácil. Las grandes coaliciones (5) de los diferentes daimyo eran un gran obstáculo para conseguir el objetivo del shogunato.
Sin embargo, no le preocupaba mucho, ya que tenía más de 200.000 hombres bajo su mando. En un tiempo casi récord -5 años- logró terminar con los diferentes clanes, siendo el asedio del castillo de Odawara el que cerró este capítulo (6).
Hideyoshi continuaba con la estrategia de Nobunaga: ayudaba a los jefes militares de la región en cuanto a reconocimiento bélico y de paso ayudaba a expandir la propia región que controlaban. ¿De qué manera se aseguraba el control del territorio entonces? Reorganizando cada daimyo de manera estratégica; sus generales de confianza y familiares en las provincias del centro y los más conflictivos invitados a trasladarse a regiones más alejadas. De esta manera conseguía unir a los vasallos y consolidar su hegemonía (7).
El desembarco en China y el rechazo al cristianismo
Una vez unificado Japón, Hideyoshi se lanzó a invadir China –¡nos comen los japos, los japos nos comen!-.
La necesidad de un mayor contacto comercial, o simplemente premiar a sus seguidores, hizo que más de 150.000 hombres se alistaran por una causa… perdida. Y es que Hideyoshi tan solo llegó a la frontera china tras pasar por Corea y conseguir una “victoria” negociada.
Por otro lado, en cuanto al cristianismo, como en el mandato de Nobunaga, en principio se permitió a los misioneros estar en las diferentes regiones. Pero sin motivo aparente (8) Hideyoshi creó una ley para que los sacerdotes salieran del país en un plazo de 20 días, siendo 26 sacerdotes ejecutados.
El legado de Hideyoshi. La unificación de Japón
Hideyoshi terminó la unificación de Japón tras continuar el plan de su predecesor, Nobunaga. Entonces Japón se abrió al mundo exterior, pues el comercio con mercaderes y misiones europeos creció en sus últimos años.
Hasta ese mismo momento, ningún hombre había asumido el mando único del país. Hecho que tanto Nobunaga como Hideyoshi, con esfuerzo y voluntad, sí lograron. Tras la muerte de Hideyoshi se abrirá un nuevo periodo –Edo— que se mantendrá casi hasta el siglo XIX, a través de la figura de Tokugawa Ieyasu.