La caída de Constantinopla y el fin del Imperio bizantino, Roma y la Edad Media

Las campanas de las iglesias resuenan por toda Constantinopla, capital del Imperio bizantino. Después de semanas de tensión, sufrimiento y pérdidas continuas, por fin un poco de tranquilidad. Riadas de habitantes sacan las imágenes en procesión esperando un milagro, que la ciudad santa no caiga ante los turcos, que no se produzca la caída de Constantinopla, que resista la mayor ciudad de Bizancio. En la gran catedral de Santa Sofía, sacerdotes católicos y ortodoxos rezan unidos por primera vez en siglos. Será la última vez que lo hagan.  

Mehmet y Constantino - Caída de Constantinopla
Mehmet vs Constantino. Fuente

Calma tensa antes de la caída de Constantinopla, Bizancio, 1453…

Se acaba el día y todo el mundo vuelve a sus hogares. En las murallas, los soldados aguardan expectantes mirando hacia la negrura que se extiende ante sus ojos. Un rumor empieza a surgir desde el campamento enemigo; algo traman. Una explosión despierta de su letargo a toda la ciudad; el gran cañón vuelve a disparar amenazante, anunciando la caída de Constantinopla. El primer asalto no tardará en llegar, todo Bizancio tiembla…

La gran ciudad se prepara para la batalla. Sus ciudadanos saben que sus mismas vidas están en juego. El destino de Bizancio está a punto de ser revelado.

Constantinopla, capital del Imperio bizantino, Bizancio
Vista de Constantinopla. Fuente

Unos años antes, en Constantinopla, capital del Imperio bizantino…

El ascenso de Mehmet (1) no supuso en un principio un gran cambio en los turcos. Proyectaba una imagen débil en sus enemigos y sabía que eso no se podía consentir. Para eliminar todas esas dudas necesitaba una gran acción y qué mejor que cumplir el sueño de la conquista y caída de Constantinopla.

Inició los preparativos con dos acciones importantes. La primera, construir la torre de Rumeli Hisar (2) para controlar el Bósforo y hacer que todo barco que navegara pasara primero por sus controles. Unos venecianos desoyeron estas advertencias y lo pagaron bien caro con sus vidas. La segunda, la contratación de Urban, un ingeniero húngaro que deseaba construir el cañón más grande que hubiera existido. Y lo hizo, vaya que si lo hizo.

Comienza el asedio de Constantinopla

La pascua fue tensa y temerosa. Todas las oraciones iban dirigidas a evitar la caída de Constantinopla, pero no servirían de nada; la capital del Imperio bizantino estaba sentenciada. Al día siguiente se vieron a los primeros destacamentos turcos frente a las murallas. El asedio acababa de comenzar.

Asedio de Constantinopla, Bizancio
Mapa del asedio. Fuente

Todos los puentes de acceso a la capital de Bizancio fueron destruidos y una cadena más grande que la de un poligonero bloqueó el paso de los barcos al Cuerno de oro (3). Sin embargo, el asalto directo no comenzaría inmediatamente. Lo primero era facilitar el acceso y para ello era indispensable el uso de la artillería. Ese mismo día empezaron a disparar los primeros cañones contra las murallas preveyendo la caída de Constantinopla. Un día tras otro, durante seis semanas, aquellos ciudadanos de Bizancio oirían el estruendo de los cañones. El más monstruoso, el de Urban, solo podía disparar 7 veces al día, pero cada disparo valía mucho más que los del resto. Todos los días las murallas eran derruidas o gravemente dañadas y todas las noches los bizantinos las reconstruían.

Diez días después del inicio se produce el primer ataque contra la cadena. Los barcos bizantinos eran superiores (4) y resistieron bien el envite. Tan bien les iba, que algunos se vinieron más arriba que un fiestero en una rave y arrinconaron a parte de la flota turca, que se salvó de milagro. El día 18 se lanzó el primer ataque terrestre contra las murallas. Miles de turcos armados hasta los dientes se lanzaron decididos a tomar la capital del Imperio bizantino a sangre y fuego. Sin embargo, su superioridad numérica no era decisiva en una lucha que se decidía en lugares angostos y contra unos cristianos con armaduras superiores. La lucha duró unas horas y se saldó con la victoria de los defensores de Bizancio. Constantinopla entera se saltaba de alegría.

La pérdida del Cuerno de oro, la caída de Constantinopla 1453

Constantinopla estaba bastante abandonada por el resto de países cristianos (4), pero algunos intentaron socorrerla. Uno de ellos fueron los Estados Pontificios, que alquilaron tres navíos genoveses, los cargaron de armas y provisiones, y los enviaron como socorro hacia la capital de Bizancio. Se tomaron el viaje con calma (5); tanto que el asedio ya había comenzado.

Inmediatamente se inició una trepidante persecución a los barcos de socorro por parte de toda la flota turca. Tres navíos contra todo el poder enemigo. Los barcos llegaron a ser cercados y se vieron obligados a entablar combate. Aguantaron lo indecible, rodeados de otomanos, con los dientes apretados y las espadas desenvainadas. Desde las murallas toda la ciudad contenía la respiración. Se hizo de noche y unos cuantos barcos venecianos salieron en su ayuda haciendo mucho ruido para que pareciera que toda la flota cristiana se hacía a la mar. La treta funcionó, los turcos se retiraron y la ayuda papal entró en la capital del Imperio bizantino.

Santa Sofía en Constantinopla, capital de Bizancio
Santa Sofía de Constantinopla. Fuente

El cabreo de Mehmet tuvo que ser monumental, pero en esa hora de derrota se le ocurrió una idea magnífica. Con los barcos a hombros, como si fueran bolsas del Mercadona, los turcos empezaron a pasar a toda su flota al otro lado de la cadena por tierra. En solo unos días gran parte de la flota estaba en el cuerno de oro y los horrorizados bizantinos desesperaban. Los intentos por romper esa amenaza fracasaron y los soldados griegos e italianos capturados fueron torturados y ejecutados a la vista de toda la ciudad.

Guerra sin cuartel 

En un clima de casi guerra civil dentro de las murallas, los venecianos y los genoveses se reprochaban mutuamente las culpas de las derrotas. Fuera de la ciudad, los otomanos atacaban incansablemente. Un asalto tras otro terminaba en fracaso, pero poco a poco las fuerzas de los defensores iban disminuyendo. Los cañones seguían atacando y las murallas se reconstruían; día tras día, una y otra vez… Mehmet también había ordenado intentar derruir las murallas de otra forma; cavando túneles bajo ellas y haciéndolas colapsarse. La estratagema también fue descubierta y la capital de Bizancio se salvó unos días más (6).

Y llegó el día D. Toda la jornada tuvo una calma tensa, como la que precede a una tempestad. Días antes los turcos habían lanzado mensajes en sus flechas con las decisiones tomadas en un consejo del sultán: Constantinopla sería turca. El gran ataque estaba a punto de comenzar, la caída del Constantinopla se acercaba.

El fin de Constantino, el último emperador – Muere Constantinopla y nace Estambul

Empezó por la noche. El ataque se produjo en oleadas, enviando a los peores soldados al principio para desgastar a las defensas enemigas. A diferencia de otras veces, esta no se le permitió un momento de respiro a los constantinopolitanos (como el trabalenguas). El ataque era continuo y acompañado de otras refriegas en el mar, para así dividir a las fuerzas. Pero de manera totalmente increíble, Constantinopla resistía.

Caída de Constantinopla, Bizancio 1453
Constantinopla vista desde el aire. Fuente

Sin embargo, a veces el destino es amargo. Una pequeña puerta utilizada para realizar incursiones contra el flanco turco no se cerró convenientemente en una de esas salidas por parte de los soldados bizantinos. Los turcos lo descubrieron y entraron en tromba. Fue justo en este momento cuando se produjo la caída de Constantinopla. Manda narices, por una puñetera puerta se perdió la capital del Imperio bizantino. Los soldados bizantinos se vieron desbordados y los turcos ya se supieron vencedores.

Sabiéndose derrotado, el emperador Constantino se lanzó contra las fuerzas enemigas y ya nunca más se supo de él (7). Todos los barrios fueron cayendo como un castillo de naipes o se rindieron. Muchas iglesias y palacios  fueron saqueados (8). Un festival de sangre convirtió a la capital del Imperio bizantino en un infierno durante días.

Constantinopla cayó y nació Estambul. Otra etapa acababa de comenzar. Una etapa diferente, pero no menos gloriosa. La cruz se cambió por la media luna; el tañido de las campanas por los cánticos del almuédano; y la corona del emperador por el turbante del sultán.


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Referencias y bibliografía

Referencias

(1) Echevarría, 2014, p. 344 y siguientes. Hijo de Murad II, conocido por su política de paz con Constantinopla, subió al trono brevemente para después ser retirado por su propio padre. Cuando se convierte en sultán definitivamente su posición era insegura y cuestionada.

(2) Torre orientada para controlar el comercio del mar negro. Todos los barcos que quisiesen viajar por ahí tenían que pasar por inspección y pagar unas tasas.

(3) Estuario en el Bósforo en el cual se encontraba el principal puerto de la ciudad.

(4) Parker, 2010, pp 81-82.

(4) López Pita, 2016, p. 291. Muchos expresaron buenos deseos como Aragón y otros intentaron ayudar más activamente como Venecia, pero la ayuda fue en general mínima. Sin embargo, sí que hubo numerosos voluntarios que se dirigieron a ayudar en la defensa de la ciudad, como el castellano don Francisco de Toledo, que afirmaba ser pariente del emperador.

(5) Su retraso se agravó más debido a un temporal que les cogió en Quíos.

(6) Mediante contraminado se consiguió detener unas cuantas minas. Sin embargo, el éxito más grande tuvo lugar el día 23 de mayo. Se capturaron a varios zapadores que les revelaron la localización de todos los túneles y desbarataron el plan turco.

(7) Runciman, 2017, pp. 253-254. Su cuerpo nunca se encontró. Las fuentes no se ponen de acuerdo, la mayoría dicen que murió en batalla y otras que huyó.

(8) Algunos de los barrios pactaron y se les trató con indulgencia. Lo mismo ocurrió con las iglesias, algunas se perdonaron, pero la mayoría se convirtieron en parte del saqueo.


Bibliografía

  • Parker, G., 2010, Historia de la guerra, Akal, Madrid.
  • Runciman, S., 2017, La caída de Constantinopla 1453, Reino de Redonda, Madrid.
  • López Pita, P., 2016, Sociedades extraeuropeas medievales: Islam y extremo oriente, Editorial Universitaria Ramón Areces, Madrid.
  • Donado Vara, J., Echevarría Arsuaga, A. y Baquero Goñi, C., 2014, Historia medieval II, Editorial Universitaria Ramón Areces, Madrid.
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Javier Martínez Álvarez
Estudiante del grado de Geografía e Historia en la UNED. Interesado en la historia de Grecia y Roma, la militar y las religiones. Me gustaría un futuro dedicado a la divulgación histórica.

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