Qué gran momento es la celebración de Año Nuevo: estar en familia, ver a los amigos, disfrutar de la comida, tomarse una copa, buena música, un chupito por aquí, bailar, tomarse otra copa, reír, otro chupito por allá, otra copa más… y los churros con chocolate, claro. Todo un ritual con el que festejar el nuevo año.
Pero centrémonos en el objetivo de este artículo: por qué empezamos el año el 1 de enero. Esto no siempre ha sido así, y para poder entenderlo hay que remontarse a los inicios de Roma. Por aquel entonces el calendario era algo distinto al nuestro y, a decir verdad, bastante caótico.
El caótico calendario romano
El calendario romano primigenio tenía solo diez meses. El año empezaba en marzo y acababa en diciembre. He aquí un dato interesante que sorprenderá a muchos: parte de este calendario se ha conservado hasta nuestros días, pues a él debemos los meses de septiembre a diciembre, ya que su nombre proviene de la posición que ocupaban en el calendario. Literalmente, eran los meses 7, 8, 9, y 10: septiembre (septem = siete), octubre (octo = ocho), noviembre (novem = nueve) y diciembre (decem = diez).
Esta forma de dividir el tiempo provocaba bastantes problemas y desajustes con el paso del tiempo, así que se hizo necesaria la introducción de dos meses más, los números 11 y 12: enero y febrero. Aunque no sabemos muy bien quien añade estos meses, lo cierto es que para época republicana ya son doce (1). Así pues, el año empezaba en marzo y terminaba en febrero.
A continuación, habría que distinguir el año civil del año consular. El año civil (nuestro año normal de 12 meses) comenzaba el 1 de marzo, y el año consular (el período en el que los cónsules ejercían su poder) empezaba el 15 de marzo(2). Marzo era el primer mes del año porque es cuando tiene lugar el equinoccio de primavera, cuando acaba el invierno y renace la vida. Es por eso que estaba dedicado al dios Marte, de ahí el nombre del mes, Martius, en latín. Marte, en un comienzo, era una divinidad agrícola a quien, más tarde, se le atribuyó la faceta de dios de la guerra. Esto está relacionado también con el hecho de que en primavera, con el inicio del buen tiempo, es cuando comienzan las campañas militares.
Una vez expuesta esta parte sobre el calendario romano, toca explicar por qué cambiaron el inicio de año del 1 de marzo al 1 de enero. Y es ahora cuando entran en juego los maños.
Las Guerras Celtíberas de los maños
En Hispania, diversos pueblos se habían estado rebelando contra los romanos. En 153 a. C., en plenas Guerras Celtíberas, Segeda (una ciudad prerromana situada en la actual Comarca de Calatayud, Zaragoza) amplía su muralla. Roma –que estaba deseando tener cualquier excusa para meter mano- lo interpretó como una ruptura del pacto de paz que tenían en esa zona, y con ese pretexto envió tropas a sofocar las revueltas para poder conquistar la Celtiberia de una vez por todas –los pobres no sabían que aún les costaría más de 130 años conquistar toda Hispania-.
Era deber de los cónsules, como cabezas militares del ejército, el reclutamiento y asignación de las legiones (3). Pero hay que tener presente el tiempo que se tarda en preparar al ejército y el tiempo necesario para llegar de Roma a Hispania –porque, aparte del barco, el único transporte disponible era el tren de San Fernando: un ratito a pie y otro caminando-. Al nombrar los cónsules a mitad de marzo, todo ese tiempo necesario para preparar el ejército y para desplazarse a Hispania les habrían hecho llegar a finales de verano, desaprovechando el buen tiempo para la lucha.
Cambiar el calendario para ganar la guerra
Así pues, la medida que se les ocurrió fue adelantar dos meses el nuevo año consular, y en lugar de nombrar los nuevos cónsules el 15 de marzo, los nombraron el 1 de enero (4). De esta forma, podrían prepararse durante el invierno, y estar listos justo al comenzar la primavera. Una vez que llegaron a Hispania, las tropas romanas se encontraron con que los habitantes de Segeda habían hecho alianzas con otros pueblos y se habían refugiado en Numancia. El resultado de los primeros enfrentamientos provocó la derrota de Roma, con la pérdida de 1 de cada 5 de sus soldados; los maños vencieron.
Lo cierto es que parece una medida exagerada que por una pequeña ciudad hispana se hiciera un cambio tan drástico. Y cuando algo es demasiado bonito para ser verdad, probablemente es que no lo sea. Quizá lo único que se hizo fue aprovechar esta situación para aplicar una idea ya extendida y pensada años atrás, debido a los grandes desajustes que provocaba su calendario.
Sea como fuere, para no entrar en debates que confundan al lector y que no refieren al objetivo de este artículo, lo que sí está claro es que debido las Guerras Celtíberas los romanos tuvieron que cambiar su calendario, adelantando el año consular. Años más tarde, Julio César llevó a cabo una gran reforma del calendario, en la que, entre otras medidas se establece, definitivamente, el 1 de enero como fecha para el comienzo del año. Al adelantar el año nuevo de marzo a enero, el resto de meses también se movieron dos posiciones. Es por eso que los meses de septiembre a diciembre conservan su nombre aunque ya no guarden relación con su posición en el calendario.
El año consular, equivalente a nuestro año político, solía empezar el 15 de marzo, aunque no siempre, y a partir de 153 a.c. se cambio al 1 enero para poder tener prepraradas las legiones en primavera para combatir contra los naturales de hispania.
Pero ya muchos siglos antes se utilizaba el 1 de enero como comienzo de año. Se cree que fue el rey Numi en el siglo VII – VI a.c. quien estableció Ianuarius como el primer mes de año.
Perdón, quise decir siglos VIII – VII.
A pesar que diferencia correctamente la división entre año civil y año consular, que es donde muchos suelen fallar, se equivoca en la adjudicación del cambio del año civil a la reforma juliana del calendario.
El año consular comenzó el 15 de marzo, pero también en otros meses del año como mayo durante la República para adaptarse a las necesidades. En el 154 a.C. se decidió que el siguiente año consular -el 153 a.C.- comenzara el 1 de enero, unificándolo con el año civil, que ya comenzaba el 1 de enero desde hacía varios siglos.
Todos los datos y las fuentes: https://antiguaroma.com/comienzo-enero-roma/
Entre todos tenemos que desmontar este mito entorno al calendario romano.