La política del miedo se ha usado siempre para intentar acallar revoluciones y evitar levantamientos en todos los escenarios posibles. Como cuando tu madre te señalaba con el dedo y decía “se lo cuento a tu padre según entre”. Pero claro, hay maneras más sutiles de hacer que alguien se achante y obedezca.
Uno de los modos más elegantes de atemorizar a tus enemigos es hacerlo con arte. Literalmente. Especialmente si tienes medios para ello. No se trata solo de elegir un tema y contratar al escultor de moda, no. Se trata de enviar tu mensaje y hacer que sea comprendido inmediatamente, pero con estilo. Nada de cabezas de caballo sanguinolentas (1). Con este fin, fue utilizada la Gigantomaquia en el Arte.
Viajemos al Peloponeso – el origen de la Gigantomaquia
En la Grecia antigua se empleó especialmente el repertorio de figuras relacionadas con la Gigantomaquia, la guerra librada entre los dioses olímpicos y los gigantes. Éstos habían sido engendrados por Gea a partir de Urano para vengar la suerte de los Titanes, derrotados por los olímpicos previamente y desterrados al Tártaro. (2)
A pesar de que los dioses ganaron la contienda, para esta victoria fueron decisivas las intervenciones de Zeus y Atenea, así como del héroe Heracles, ya que los dioses por sí solos no podrían matar a los gigantes. (Cosas de profecías, ya sabéis lo mucho que les gustaba un Oráculo). Por esta razón esta tríada es la principal protagonista de las representaciones artísticas del mito, el Dream Team del Olimpo.
¿Quién es quién?
Para representar a Zeus, a lo largo de la historia se han mantenido ciertas convenciones que se fijan en el periodo clásico. Quién no conoce su barba, su rayo y su águila. Lo mismo ocurre con Atenea, hija favorita de Zeus, cuya imagen queda definida desde el siglo V a.C. Las esculturas de Fidias la representaban con semblante serio, túnica con los brazos al descubierto y portando lanza, égida y el escudo con la cabeza de Medusa en su centro.
En la misma época aparecen también los atributos de Heracles que se mantendrán en el tiempo: la piel del león de Nemea y la maza, que se describen y originan a partir de los Doce Trabajos que el héroe realizó para el rey de Micenas, Euristeo. En las escenas de Gigantomaquia, Zeus suele aparecer en una cuádriga con Heracles como auriga (3) mientras que Atenea aparece luchando a pie junto a ellos.
Los gigantes, los malos
En lo que respecta a los gigantes, en sus primeras representaciones (VI a.C.) aparecen como hombres adultos de gran tamaño, desnudos y sin armas, o ataviados con elementos de la armadura hoplita. (4) En ocasiones, las extremidades inferiores de los gigantes se sustituyen por colas de serpientes. Curiosamente este cambio no aparece reflejado en la literatura en la que se basan las narraciones de este mito hasta la publicación de Metamorfosis de Ovidio. (5)
Es interesante profundizar en el porqué de este tipo de representaciones. Cierto es que los mitos suponen unas creencias ideológicas y una manera de entender el mundo, pero en este caso el mito va un poco más allá y la escenografía se utiliza para transmitir un mensaje. El hecho de que los gigantes, barbáricos, caóticos, violentos e impulsivos fracasaran en su intento de tomar el Olimpo de los dioses se extrapola a todos los pueblos que pretendieron gobernar sobre los griegos y su cultura del orden, civilización, educación y organización. Así, por ejemplo, el Altar de Zeus de Pérgamo se crea para conmemorar uno de los acontecimientos militares más importantes de su reinado, su victoria definitiva sobre los gálatas de Tracia. Hemos ganado y fardamos de ello, faltaría más.
Recordatorios a lo largo del tiempo – Reutilizando la Gigantomaquia
No solo Grecia hace uso de este simbolismo propagandístico, también lo emplearon otras culturas como la romana en tiempos del Imperio, especialmente en época de los Antoninos. (6) Estas representaciones aparecen en momentos en los que es necesario recordar al pueblo y a los enemigos quién está en un nivel superior, los dioses sobre los gigantes, la ordenada y civilizada Roma sobre los bárbaros. El “mientras vivas en esta casa respetarás mis normas”, que diría tu padre.
Siempre está bien volver a los clásicos
Durante la Edad Media, la religión cristiana desplaza la mitología clásica y no vuelve a reaparecer hasta la Edad Moderna. Es entonces cuando los artistas e intelectuales de la época vuelven su atención hacia los Clásicos. Se retoman lecturas griegas y romanas y se dan cuenta de que pueden volver a usar los mitos para reafirmar el poder político conseguido por los gobernantes y las nuevas élites sociales que aparecen en esta época.
Estas élites son generalmente los “nuevos ricos”, no provienen de familias nobles, simplemente tienen pasta. Y a los nobles no les gusta mucho la idea de que un cualquiera tenga los mismos privilegios que ellos, omg! Así que estas nuevas élites hacen lo mismo que ellos, dedican gran parte de su presupuesto a realizar obras artísticas de propaganda y legitimación de su poder para justificar así su posición en la cúspide. A ver quién la tiene más grande, la villa del campo.
De este periodo tenemos ejemplos como los frescos que decoran las paredes del Palacio del Té, (¡ah!, el horror vacui, ni una esquinita sin pintar) o la fuente del gigante Enkelados en los jardines del Palacio de Versailles, alegoría del poder del Rey capaz de aplastar a sus enemigos como Atenea aplastó al gigante Enkelados arrojándole la isla de Sicilia encima cuando huía. Muy sutil todo, sí.
¿Pero y ésto funcionaba? El significado de la Gigantomaquia
La Gigantomaquia es un tema que se ha empleado de manera recurrente desde la Antigüedad para reafirmar el orden establecido en los momentos en que se ha visto amenazado físicamente, por batallas, o en momentos de conflicto político social como con la aparición de la burguesía y las nuevas clases dominantes que amenazan el poder de la aristocracia moderna.
El uso del arte como propaganda del gobernante ha sido como vemos habitual en las culturas occidentales, adaptando siempre el motivo tratado a la corriente estilística del momento en el que se emplea, como podemos ver en las diferencias entre las representaciones griegas arcaicas, las romanas y el manierismo de la Edad Moderna. Remakes de la misma idea: recordar quién manda, por si acaso.
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