Cuando un dios consiguió asesinar a su amante y meterse un feto en zonas inesperadas… el nacimiento de Dioniso

Cuando visualizamos Grecia en su época de mayor esplendor, imaginamos el Partenón con sus relieves recién esculpidos, con su mármol reluciente y su Atenea Parthenos(1). Las personas caminan atareadas por el ágora y, por las noches, grandes pensadores se reúnen para descubrir qué es lo que hay más allá del suelo que pisan. Sin embargo, todos sabemos lo enrevesados que son los mitos griegos y en ciertos casos hasta te puede dar la risa. ¿Cómo os quedáis, por ejemplo, si os digo que Zeus gestó en su muslo a uno de sus hijos? Pues eso, os hacéis una idea. Tan pronto te imaginas la gran Grecia como te das cuenta de que uno de sus dioses más gloriosos tiene un puñado de situaciones bizarras (2) . Y es por eso que, para contrastar un poco y no hablar siempre de lo gloriosa que fue Grecia, toca hablar de Dioniso.

Baco o Dioniso, de Velazquez
El triunfo de Baco (1628-29), Velázquez. Fuente

Hera sembrando la duda

Todos conocemos a este dios encargado de la vendimia, pero si por algo destacaba era por su faceta de fiestero. Vamos, que montaba unas juergas donde se comía sin conocimiento y se bebía hasta el agua de los jarrones. Fue hijo de Zeus y de una mortal llamada Sémele. Esto no podía traer nada bueno porque a la esposa de Zeus, Hera, no se le escapaba ni una. Era una mujer celosa y orgullosa. El divorcio era un final demasiado sencillo para ella, así que ¿cuál era la otra alternativa? Asesinar, claro está.

Cuando Hera descubrió que su marido le había sido infiel (otra vez de entre todas las veces), viajó a la tierra de los mortales. Se disfrazó de anciana para contarle a la propia embarazada quién era el marido. Os preguntaréis, ¿pero esta muchacha no sabía con quién se estaba acostando?

Veréis, Sémele fue escogida por Zeus para ser su amante. Es entonces cuando Hera, envenenada por los celos, bajó a suelo mortal. Le dijo a la muchacha (para meter cizaña) que no se dejase engañar, que no estaba siendo amante de ningún dios sino que era un chico de lo más normal y que se estaba aprovechando de su ingenuidad. Hera si no ganaba, por lo menos, empataba.

Una muerte esperada

Sémele se quedó a cuadros ante las declaraciones de la diosa. Es entonces cuando decidió acudir a Zeus para que le explicase todo. A éste se le formó una sonrisilla boba nada más ver a Sémele. La mortal estaba encinta de Dioniso. Zeus, lleno de magnanimidad, dijo que aceptaría darle todo lo que ella quisiera. Y tanto fue así que la joven amante le pidió que le mostrase todo su poder. A Zeus en ese momento se le desdibujó la sonrisilla y comenzó a balbucear intentando que cambiase de opinión porque, bueno, no era una gran idea.

Ella estaba ya obcecada, no había quien la bajase de la parra (igual por eso tuvo a Dioniso) y Zeus procedió. Se levantó un viento huracanado (avecinaban tormentas) y comenzaron a caer rayos; uno por aquí, otro por allí, pum, pam, trash.  Y claro, a la pobre le pillo el temporal de pleno. Cuando Zeus volvió a mirar, vio un ser calcinado y, dentro de ese ser, el feto a medio gestar. Debe ser que, como el nene tenía sangre divina, consiguió sobrevivir.

Zeus y Semele embarazada de Dioniso
Zeus y Sémele, Luca Ferrari. Fuente

La gestación de Dioniso

Entre el susto de ver a la amante calcinada, encontrarse allí el feto medio vivo medio para el otro barrio... ¿Qué hizo el todopoderoso Zeus? Pues se lo metió en el muslo. Así como os lo cuento. Lo metió allí para gestarlo porque tenía un muslo todopoderoso también. Cuando vio que caminaba y le molestaba pensó: voy a sacarlo porque esto ya pesa. Fue hasta el monte Pramnos y allí nació por segunda vez.

Conclusión

El drama surrealista (3) de la mitología griega es indudablemente único y contrasta la seriedad con la que estudiamos otros aspectos de su sociedad. Por eso, animo siempre a analizarla. Encontraremos aspectos en los que antes no habíamos reparado. Por ejemplo, la cantidad de papeles femeninos que representan maldad o cómo perciben la sexualidad, entre otros.

Es por eso que la mitología es una puerta abierta a Grecia.


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Referencias y bibliografía

Referencias

(1) Escultura crisoelefantina (que se compone de oro y marfil) hallada en el interior del Partenón pero que actualmente (la original) no existe. Hay una copia del siglo II que está expuesta en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas y está considerada la pieza con mayor fidelidad.

(2) En este caso tiene el significado de extravagante y sorprendente.

(3) Aludo al hecho de que son una serie de sucesos dramáticos y trágicos. Resulta en ciertos casos absurdo, en otros gracioso, en otros insensible y en ciertos casos varios de ellos juntos, desde el punto de vista actual.


Bibliografía

  • Dalby, A., 2005, The story of Bacchus, British Museum Press, Londres.
  • Detienne, M., 2003, Dionisio a cielo abierto, Gedisa Editorial S.A, Barcelona.
  • Henríquez Ureña, P., 1916, El nacimiento de Dionisos, Imp. da LAS NOVEDADES, Nueva York.
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Raquel Díaz Carrasco
Estudiante de Historia del Arte en la Universidad de Oviedo por la rama de Patrimonio Histórico Artístico. Amante del arte antiguo y sus sociedades. Asturiana. 1994. - Sin reflexión no hay resultado -

2 COMENTARIOS

  1. Chicos, todo bien… La historia llevada graciosamente, hasta puede que sea más fácil para aprender, pero…
    Pierden toda validez por los errores ortográficos. No puedo tomar muy en serio a quien escribe «obcecado» con «c» , o «en cinta», por «encinta».
    Por favor, un editor-corrector no les vendría nada mal…
    Lo que es a mí, me han sacado las ganas de seguir leyendo…

    • Diana, perdona el tema de los fallos ortográficos.

      Ante todo aclarar que no ha sido a conciencia. A veces incluso revisando el texto se pasan algunos fallos. En el caso de «encinta» fue claramente un fallo de la barra espaciadora.

      En el caso de obcecada no encuentro el fallo. Utilizaba el verbo obcecación refiriéndome al estado de ánimo que impide pensar con claridad.

      Muchas gracias por leer el artículo.

      Un abrazo.