El fin de los musulmanes fatimíes, la historia de una muerte anunciada

2401

Los fatimíes eran los mandamases de su época: ricos, poderosos y famosos. Este grupo de musulmanes gobernaba en Egipto, donde estaban dos de las ciudades más ricas y espectaculares del mundo. El Cairo y Alejandría, eran el Nueva York de la época. Si querías hacer dinero, te ibas a Egipto. Que querías la educación del más alto nivel, te ibas a Egipto. Y si lo que querías era presumir de tus viajes, te ibas a Egipto.

musulmán fatimí
El poder musulmán fatimí. Fuente

Los fatimíes, malos vecinos

Con todo y eso, se llevaban fatal con los otros musulmanes (1). Es más, si se les daba la oportunidad, no dudaban en darse una que otra trompada con los otros grupos árabes o turcos, que tanto odiaban. Pero, por el siglo XII, no estaban pasando por un buen momento. El ejército cristiano, que era conocido como los cruzados, les dieron una tremenda patada en el culo, quitándoles algunas ciudades, tierras y castillos.

Y, seamos sinceros, puedes ser rico y todo lo que quieras, pero si todos tus amigos y enemigos te empiezan a ver como un perdedor, no solo te va a dar coraje, sino que también van a llegar algunos problemas. Pues, ¿quién quiere aliarse con el hazmerreír? ¿Por qué no ir a robarle alguna tierra a estos, que tienen fama de perdedores?

Aunque los fatimíes querían partirle la madre a los cruzados y recuperar Jerusalén, prefirieron no irse con todo contra ellos. Sino que tuvieron cuidado para seguir haciendo dinero y preocuparse de sus odiados enemigos musulmanes. ¡Quizás por puro miedo! Esto no quiere decir que no se enfrentaran de vez en cuando. Los fatimíes y los cruzados no eran unos santos que se la pasaran abrazándose y repartiéndose besos.

Guerra contra los cristianos cruzados
Guerra contra los cristianos. Fuente

Guerra aquí y allá: una historia de nunca acabar

Pero es que los fatimíes también tenían otras preocupaciones en esa época (2). La zona era una locura de grupos buscando poder. Se aliaban con uno y con otro y mataban a un montón de gente. ¿Te suena parecido a algún lugar en donde los occidentales y orientales se la pasen repartiendo bala para quedarse con el botín? Pues sí, estamos hablando de la misma zona donde hoy queda Siria, Israel, Palestina, Líbano y Egipto.

Hace nueve siglos la zona también era una locura total. Por un lado estaban los cruzados, quienes ya eran un montón de gentes diferentes. Por otro lado estaban los armenios, los genoveses, los bizantinos, los árabes chiíes, los árabes suníes, los selyúcidas. Y además, otras etnias turcas y los kurdos. Todos dándose hostias al mismo tiempo. El que era tu amigo hoy, mañana podía ser el primero en atacarte.

Los fatimíes y sus patadas de ahogado

Durante mucho tiempo, los fatimíes no olvidaron a los cruzados. Siguieron soñando con vencerlos y recuperar su prestigio y fama como ganadores. Se encontraron en diferentes batallas, pero la verdad es que no lograron mucho. Aunque los fatimíes alguna que otra cosa ganaron, la cuenta final terminaba siempre a favor de los cruzados. Es que hasta en las batallas en las que parecía que los fatimíes tenían todo para ganar, los cruzados acababan partiéndoles la madre (3).

La última intentona que asustó algo a los cruzados fue cuando los fatimíes se lanzaron a por todas para reconquistar Palestina (4). Aunque los fatimíes hicieron mucho humo y bulla, al final no ganaron nada. Es más, su fama como perdedores solo aumentó. De ahí en adelante y durante más de diez años, la historia fue la misma. Monótonos ataques de vez en cuando a Jerusalén o aotra ciudad cristiana, que solo provocaba bostezos a los cruzados.

Sí antes el nombre del imperio fatimí había hecho templar rodillas, ese tiempo ya había pasado. Ya no había dudas, no era más que un rumor. Incluso se vieron en la penosa necesidad de aliarse con los odiados turcos. Porque a los cruzados, que no eran nada bobos y sí muy ambiciosos, les dio por destruir a los fatimíes de una buena vez, conquistando el mismo Cairo. En principio parecían invencibles. Ciudad o fortaleza donde llegaban, era tomada. Era como quitarle un dulce a un niño. Pero cuando ya estaban en el Nilo, el gran líder cruzado enfermó y decidió volver a Palestina. El Cairo se había salvado por un pelo, pero los fatimíes perdieron un montón de ciudades importantes (5).

fatimíes
Los fatimíes a la defensiva. Fuente

El enemigo de tu enemigo es tu amigo

La debilidad fatimí hizo que tanto musulmanes como cristianos se saborearan, imaginándose como los nuevos dueños de Egipto. Para nadie era un secreto. Los fatimíes estaban ahora envueltos en una guerra civil: asesinatos de califas, visires y generales en masa. La sangre y la desconfianza se hicieron el pan de cada día.

Los cruzados y los bizantinos se asustaron, porque los otros musulmanes podían conquistar Egipto. Estos ya estaban participando del caos en El Cairo y se habían convertido en la amenaza más grande para ellos. No podían permitir una unión entre musulmanes. Curioso pero cierto, los cristianos cruzaban los dedos para que los fatimíes se mantuvieran en el poder. Es mejor malo conocido que musulmanes unidos por conocer.

La ropa sucia se lava en casa, con sangre…

Lastimosamente para los cruzados y bizantinos, la corte califal del imperio de los fatimíes estaba en caos. Un visir y su hijo entraron a una de las orgías del califa. Pero esta vez no para disfrutar de los placeres sexuales, sino que, en medio de este momento de placer y desenfreno, mataron al califa. ¿A quién nombrar como nuevo califa? Pues para que el visir pudiera ser la sombra que gobernara, nada mejor que al hijo de califa, de cinco años y con convulsiones.

Pero interrumpir una orgía tiene un gran costo. Las viudas del califa llamaron a otro gobernante de Egipto para que se encargara de este par. El visir y su hijo, fueron tan valientes que salieron corriendo… Pero como dije, nadie interrumpe una orgía y no paga el precio. En la huida, se encontraron con un ejército cruzado, que mató al visir y vendió el hijo a las viudas en El Cairo. ¿Qué hicieron las viudas? Ellas personalmente lo mutilaron vivo, ahorcaron y colgaron su cuerpo durante dos años en la puerta principal de El Cairo. Hubiera sido mejor que no se metieran con su hombre.

fatimíes contra todos
Guerra total, todos son nuestros enemigos. Fuente

Entre amor y odio con los cruzados

Lo que vino después fue más de lo mismo o peor. El califato fatimí en caos, asesinatos de todo tipo y los fatimíes pagando un dinero anual a los cruzados para no ser conquistados y completamente dependientes de los cristianos. Y es que estos los defendían de los intentos del gobernador de la Siria musulmana (6) por hacerse con Egipto. Sí, señores, aunque parezca una locura, los cruzados durante un buen tiempo se dedicaron a defender a los fatimíes de los turcos y árabes. El imperio fatimí se hundía en un pozo sin fondo.

Todo se fue al traste cuando los cruzados dejaron de conformarse con las montañas de dinero que recibían de los fatimíes por defenderlos, por lo que los atacaron para ser ellos los que mandaran. Los cruzados se saboreaban, no los paraba ni la policía. Pero fue tanta la masacre que los fatimíes, y la gente en general, prefirieron pedirles ayuda a sus odiados enemigos árabes.

Como cuando todo te sale al revés

Al ingenuo gobernante de Egipto se le ocurrió la “brillante” idea de darle los poderes de gobernador a un jovencito. Él esperaba que el jovencito lo apoyara con su ejército, asustara a los cruzados y luego, aburrido por todo el trabajo, le devolviera el poder a los fatimíes. Ese jovencito, al que no le tenían mucha fe, era nada más ni nada menos que Saladino. Sí, el futuro líder de las fuerzas musulmanas que le partió la madre a los cruzados.

Pues antes de matar cristianos como loco y volverse inmortal conquistando de nuevo Jerusalén, Saladino decidió aprovechar el chance que le habían dado. Así, destituyó a todos los servidores del palacio fieles al califa. Y empezó una sangrienta lucha con el califa en la misma ciudad. Saladino ganó y mató a todos los posibles aspirantes al trono. Y a los otros familiares los dejó incomunicados del mundo exterior hasta que no quedó uno. Para completar la aniquilación de los fatimíes, trajo religiosos para que toda la gente dejara, a las buenas o a las malas, el tipo de islam que practicaban los antiguos gobernantes. Saladino no dejó ni olor a fatimí.


No te vayas sin ver algunos artículos más, tan interesantes como este, en Khronos Historia


Referencias y bibliografía

Referencias

(1) Los fatimíes eran chiíes, mientras que los turcos y árabes de Bagdad sunies, diferencia religiosa que los enfrentaba a muerte. Véase Daftary, 1999.

(2) Estamos hablando de los primeros años del siglo XII.

(3) Un ejemplo de esto es la primera batalla de Ramleh para conquistar Ascalon, donde los cruzados, siendo menos, triunfan por la actuación de Balduino. Véase Runciman, 1999.

(4) Conocida como la tercera batalla de Ramleh. Ver Maalouf, 2009.

(5) Se trata de Balduino. Y algunas de las ciudades que conquistó fueron Tiro y Beirut. Ver Runciman, 1999.

(6) Estamos hablando de Nur ed-Din.

*Fuente de la imagen de portada.


Bibliografía

  • Daftary, F., 1999, «Fatimids», Encyclopaedia Iranica, Vol. IX, Fasc. 4, 15 de diciembre de 1999, pp. 423-426. [En línea] Disponible en: http://www.iranicaonline.org/articles/fatimids (17 de agosto de 2018).
  • Maalouf, A., 2009, Las Cruzadas vistas por los árabes, Alianza Editorial, Madrid.
  • Pérez Blázquez, A.,  2010, “La expansión de un nuevo imperio: el imperio islámico” (Sección Temario de oposiciones de Geografía e Historia), Proyecto Clío, 36. [En línea] Disponible en: http://clio.rediris.es/n36/oposicones/tema33.pdf (7 de agosto de 2018).
  • Runciman, S., 1999, Historia de las Cruzadas, El Reino de Jerusalén y el Oriente Franco 1100-1187, vol. III, Alianza Editorial, Madrid.
  • The editors of Encyclopeadia Britannica, s.f., «Fatimid Dynasty, Islamic Dynasty», Encyclopaedia Britannica. [En Línea] Disponible en: https://www.britannica.com/topic/Fatimid-dynasty (10 de agosto de 2018).
4.7/5 - (8 votos)
Artículo anteriorLas majas, una tribu urbana en el siglo XVIII
Artículo siguienteEl día que el refinado olfato del rey cambió el rumbo de la muerte
David De Pablo
Historiador. Candidato a doctor en Antropologia, especialidad en Antropología Histórica. Máster en Historia Medieval y en Sociología Histórica. viviendo en Praga.