Ordalías: cuando la verdad de los hechos está sometida a Dios

¿Quién es culpable y quién es inocente? Eventualmente, la respuesta a esta pregunta se da desde una mirada objetiva: las pruebas y las evidencias muestran la verdad del asunto. Pero debemos mencionar que esta forma contemporánea de resolver las disputas legales no es la que ha predominado durante nuestra Historia. Al contrario, se han evidenciado una serie de formas en cómo las personas de distinta épocas han tratado de demostrar la verdad de los hechos o de las acusaciones. Las disputas legales no han estado al margen de ellas. Una que presenta especial interés, son las “Ordalías”.

¿Qué son las Ordalías?

Las Ordalías eran el medio de prueba física que usaba el sistema jurídico imperante en el medievo. Consistían en invocar a una divinidad (Dios cristiano):

“… a que interviniera como juez, testigo o parte con el fin de probar la inocencia, la culpabilidad, buena o mala fe de un acusado” (1).

Las disputas legales a lo largo de la Historia

Puede extrañar que pruebas, testigos o evidencias lógicas no estuviesen presentes en las ordalías. Y que la confianza en una divinidad (consecuencia de una fe impregnada en la sociedad) fuese la forma de determinar la verdad de los hechos. La objetividad no tenía un rol de importancia. Pero no es tan solo responsabilidad de la mentalidad medieval, sino más bien es una consecuencia de cómo se resolvían a lo largo de los años estos conflictos. Podemos determinar como punto de análisis la idea de “un juez”. Su presencia o ausencia determinará, en mayor o menor medida, la forma de llevar a cabo los juicios y, por lo tanto, la resolución de la confrontación. Michael Foucault, nos presenta determinados momentos para esto (2).

El caso griego

En la Grecia Homérica podemos identificar la presencia de este Juez. El enfrentamiento legal es, a fin de cuentas, el enfrentamiento de dos guerreros. Pero la acusación de los hechos está sometida directamente a la divinidad.

“¿Eres capaz de jurar ante los dioses que no hiciste lo que yo afirmo que hiciste?” (3).

Grecia Homérica Juicios

Edipo Rey, presenta otra mirada. Ya no es un juicio ante los dioses, sino más bien un juicio de prestigio, muchas veces sometido ante la sociedad. Es esta la que tiene en sus manos el poder de juzgar al poder, a sus señores. Sin lugar a dudas es el traspaso del poder al pueblo, por lo tanto la expresión misma de la democracia. Es así como se presenta una nueva forma de acercamiento a la verdad: “la demostración”. Así, toma importancia la indagación (4).

El Derecho Romano

La intervención del Derecho Romano da un tratamiento más “objetivo” a las disputas legales. El Corpus iuris civilis, recogido por Justiniano, dará una impronta un tanto más objetiva a las sentencias, donde los delitos iguales no serían juzgados de manera distinta. Con la caída del Imperio se verán nuevas conjunciones ante las disputas legales. Se evidenciarán tanto elementos Germánicos como del imperio (5). Y la Iglesia Católica, durante el medievo, acogerá dichos elementos. Es así como se presentarán características de ambas culturas.

Se conserva el enfrentamiento como tal, pero la forma de llegar a la verdad estará determinada nuevamente por un juez. A diferencia de la visión Homérica, no bastaría con evocar verbalmente a la divinidad. Sino que era necesario que esta estuviese presente por medio de determinadas manifestaciones. Así, su ausencia o presencia definía la inocencia o culpabilidad de una persona. Tomará fuerza el juez, en este caso “Dios” (“El Juicio de Dios”).

Derecho Romano Corpus iuris civilis,Justiniano
Justiniano I. Fuente.

Las Ordalías en su contexto

Las ordalías, desde una mirada actual, consciente y de crítica racional, pueden verse como una expresión carente de toda objetividad: carente de pruebas reales y alejada de toda inteligencia humana. Pero, para comprender su presencia en la Edad Media, es menester considerarlas con un prisma temporal: las expresiones divinas y las creencias arraigadas en la divinidad estaban latentes y se consideraban válidas. La figura de Dios protector y castigador, tanto en la vida terrenal como en la posteridad, es un elemento que explicará, de cierta manera, la validación social de las ordalías.

Es sabido que, después de la caída del imperio romano, se articulará una forma distinta de sociedad y las expresiones estarán en conjunción entre pasado y presente, entre lo civilizado y lo barbárico. Por lo tanto, son consecuencia de cómo la sociedad misma recoge ciertos elementos, acomoda, interpreta y aplica a su época. La presencia de lineamientos religiosos (cristianos principalmente) estarán configurados en este sincretismo cultural.

Nuestra mirada actual moderna estará claramente definida por la comprobación empírica. Pero en un mundo donde hay una ambigüedad de expresiones, es claro identificar que las formas de entender el mundo tomarán otro significado. Nuestra realidad nos hará ver las ordalías como aberraciones, torturas y formas primitivas de llegar a la verdad. Pero, cuando la creencia y la fe son los elementos que dan validación a la vida y la muerte, las formas de afrontar y llegar a la verdad serán claramente distintas.

“La ordalía lograba solucionar ciertos conflictos en los que era difícil saber la verdad objetiva” (6).

Mentalidad religiosa: ¿exclusividad medieval?

Aún así, considerando que la época medieval estaría alejada de toda racionalidad, es necesario pensar en nuestro propio presente. ¿Acaso en nuestros días no encontramos expresiones y frases populares identificando la figura de Dios como interventor de los hechos? “Gracias a Dios”. ¿Es una forma de manifestar que una divinidad es responsable de que un acto suceda (positivo o negativo)? ¿No era hasta hace unos años que aún se debatía sobre el inicio de las sesiones del Tribunal Supremo Norteamericano? (“Dios salve a Estados Unidos y a esta corte Honorable”) (7). O incluso una de las más populares: “Que Dios lo bendiga”, evocando claramente una intervención divina para la fortuna de la persona. (Muchas veces escuchado para bendecir a los recién nacidos).

Con esto planteo que la presencia divina ha estado arraigada en varias épocas y lugares a lo largo de la Historia, por lo que eventualmente la modificación está en la veracidad, racionalidad y la fe de las personas. Es necesario mencionar que la caída de la credibilidad religiosa y las instituciones que la representan ha llevado en si mismo al desarraigo de su validación. El mundo islámico también ejemplifica este hecho. Se convoca a sus creyentes a “actuar siempre de forma correcta”, lo que se traduce en formas de actuar socialmente. En todos los casos podemos identificar claramente una intención de “control social”. El comportamiento de las masas ha estado lamentablemente condicionado por los parámetros que las religiones han impuesto a sus seguidores.

Ordalías: acusaciones demostradas por la intervención divina

Para comprender la aplicación de ordalías hay que considerar su arraigo en la fe y creencias, en la ritualidad de la época, la cual, además, estará comprendida por la costumbre. Rituales que están comprendidos dentro de los protocolos en su acción; ritualidad que podemos encontrar en la actualidad. Ya hemos mencionado el inicio de las sesiones del tribunal norteamericano, pero además son identificables en matrimonios o bautismos, los que claramente han perdido peso simbólico a lo largo del tiempo. Pero el medievo lo presenta de un modo mucho más arraigado: en los mismos rituales mencionados, o en el vasallaje, los hábitos eclesiásticos…

Dichos rituales están presentes de forma distinta dependiendo del momento en el cual se evidencia el juicio. La Grecia antigua la presenta como la evocación a los dioses, condicionando a las personas a no mentir frente a los dioses (8). Más adelante, la democracia griega es testigo desde el proceso y la búsqueda de la verdad, pero con la presencia de jueces, y por lo tanto, de ciertos protocolos o elementos, como la elaboración de pruebas racionales y demostración. Aparece una figura nueva: “el testigo”. Este está condicionado por su conocimiento de los hechos: el recuerdo. Destacará además la representación de los culpables, donde por medio de la retórica griega se buscará convencer o demostrar la inocencia de los acusados.

Estos elementos “racionales” en los juicios griegos se irán perdiendo en el medievo. La veracidad de las acusaciones no estará demostrada ya por los hechos, testigos o pruebas empíricas, sino por la intervención divina. La figura de “Juez” se mantiene, pero es transformada en la creencia y la fe.

Dios justo y el miedo al castigo

Preguntémonos entonces: ¿por qué se validan judicialmente las expresiones divinas? Podemos encontrar la respuesta en la mentalidad medieval:

“Dios era considerado el fundador del derecho, con lo cual se concluía que este no podía ser ni injusto ni malo” (9).

Es así como las expresiones de divinidad son incuestionables, debido a que Dios es justo y castiga a los culpables, como al mismo tiempo favorece a los inocentes. Es cuestionable, sin duda, esta forma de pensar para la mirada moderna. Pero no podemos dejar de lado las diferencias sociales que nos separan. Eugenio Fuentes (10) nos plantea que las ordalías nunca han dejado de existir a lo largo de la historia, plasmadas en discriminaciones sociales, étnicas, sexuales o de grupos religiosos, los cuales han sido sometidos a tratamientos judiciales distintos, tan solo por su pertenencia a un determinado grupo.

Demostrando la inocencia por medio de pruebas físicas en las Ordalías

Las ordalías son diversas en su configuración, y las formas de cómo estas son llevadas a cabo difieren en algunos detalles, dependiendo de la lectura adquirida. Pero se presentan bajo lineamientos generales. Las personas, los acusados e incluso los acusadores son sometidos a determinadas pruebas para determinar su inocencia.

Ordalías del fierro candente

Una de las más conocidas es la “Ordalía del fierro candente”. Se tomaba un fierro caliente al rojo vivo, o bien se caminaba sobre rejas de arado candentes (en algunos casos ambos). Las heridas provocadas eran vendadas y tras algunos días se evaluaban. La cicatrización de las heridas o la ausencia de infección determinaba la presencia de alguna divinidad. La sanación era expresión de inocencia, de limpieza del acusado o veracidad de las afirmaciones. En cambio, si la herida presentaba signos de infección, era un reflejo de culpabilidad. Generalmente era utilizada en robos, homicidios, agresiones, envenenamiento o pago de deudas.

Ordalías del fierro candente

Ordalías del agua fría

La Ordalía del Agua fría, consistía en amarrar a una persona, la cual era arrojada al agua fría, ya sea en un cubo o al río (esta última la más extendida). Si la persona flotaba, evidenciaba la culpabilidad de la misma. Puede sonar contradictorio el veredicto en su concepción moderna, debido a los conocimientos actuales. Pero es necesario dar una mirada a la apreciación de los elementos (símbolos) medievales.

“El agua, considerada elemento puro, al rechazar al acusado impuro, rechaza también su falsa inocencia. El inocente en cambio, puro de su conciencia, debía ser aceptado por el agua fría” (11).

Utilizaban ampliamente esta ordalía para juicios o acusaciones de adulterio en contra de las mujeres, a la mayoría de las cuales arrojaban a ríos. Si ellas lograban flotar o llegar a la orilla, demostraban la culpabilidad ante las acusaciones.

Ordalías del agua fría

Ordalías del agua caliente

En la ordalía del caldero o agua caliente, se introducían las manos en agua caliente para sacar un objeto. La superación de la prueba al igual que los casos anteriores demostraba inocencia.

Ordalías del vacío

En la ordalía del vacío, se arrojaba desde una altura al sospechoso de haber cometido un crimen religioso de modo que, si era culpable, encontraba la muerte estrellándose contra el suelo (12). Sin embargo, si el acusado era inocente, las manos de los dioses lo salvaban. En tan solo este acto, se puede identificar el proceso judicial, la sentencia a muerte y su ejecución.

La llegada de una racionalidad moderna

Es claro que las ordalías representan una forma poco objetiva de resolución de conflictos o disputas. Las condiciones sociales siempre estaban presentes y la objetividad no era un elemento preponderante. Muchas veces eran la forma a la que algunos poderosos recurrían, para poder sacar provecho. En otras ocasiones, se podía llegar a acuerdos entre las partes para no llegar a la prueba física. Los más desprotegidos no tenían la opción de una representación. Así, las mujeres acusadas de adulterio no encontraban otra alternativa que ser sometidas a estas pruebas. Para los clérigos era obligatorio una representación, mientras que algunos “señores” contaban con sus “campeones”, los cuales se sometían por ellos a las pruebas. Todo esto generó un cuadro de desigualdad social altamente cuestionable.

La llegada de la modernidad trajo consigo la decadencia de estas pruebas. La objetividad tomará importancia, en especial desde el siglo XII en adelante. Pero la presencia de un “Juez” divino no se ha desprendido de la sociedad actual, tal como lo mencionamos. La validación de los actos, la fortuna y bonanza de las personas (para muchos) aún es consecuencia de “la gracia de Dios”.



No te pierdas más artículos interesantes en nuestra revista Khronos Historia.


Referencias y bibliografía

Referencias

(1) Rojas, 2008.

(2) Foucault, 1996.

(3) Foucault, 1996, p. 63.

(4) Foucault nos presenta una mirada desde una concepción guerrera. Quienes se presentan ante una disputa legal, es tan solo una forma primitiva de la guerra, en donde como consecuencia hay un vencedor y un perdedor, a pesar de que este proceso pueda o no estar marcado por la objetividad en la búsqueda de la verdad. El derecho es planteado como la forma ritual de la guerra.

(5) En necesario aclarar que el sincretismo jurídico no es instantáneo, sino más bien un proceso en donde hay mayor o menor presencia de elementos germánicos o romanos.

(6) Rojas, 2008, p. 265.

(7) Celis D’Amico, 2002.

(8) Recordemos que la visión Homérica no presenta la idea de un juez, sino más bienes es una evocación verbal más que real.

(9) Rojas, 2008. p. 228.

(10) Fuentes, 2018.

(11) Rojas, 2008. p. 281.

(12) A pesar que esta presenta sus orígenes en la antigua Grecia, su estructura se mantiene hasta el medioevo


Bibliografía

  • Celis D’Amico, B., 2002, «EEUU se revela contra el tribunal que quita «a Dios» del juramento escolar», La Voz de Galicia, 27 de junio de 2002. [En línea] Disponible en https://www.lavozdegalicia.es/noticia/internacional/2002/06/27/ee-uu-revela-contra-tribunal-quita-dios-juramento-escolar/0003_1137219.htm (26 de marzo de 2022).

  • Foucault, M., 1996, La verdad y las formas jurídicas, Gedisa, Barcelona
  • Fuentes, E., 2018, La hoguera de los inocentes. Linchamientos, cazas de brujas y ordalías, Tusquets editores S.A., Barcelona.
  • Moreno Resano, E., 2014, «Observaciones acerca del uso de las ordalías durante la Antigüedad Tardía (siglos IV-VII d.C.)», Cuadernos de Historia del Derecho, nº 21, pp. 167-188.
  • Rodrigo-Estevan, M., 2000, «La prueba del hierro candente en los fueros de Teruel y Albarracín» en Latorre Ciria, J. M. (coord.), Los Fueros de Teruel y Albarracín. Actas de las Jornadas de Estudio celebradas en Teruel y Albarracín los días 17, 18 y 19 de diciembre de 1998, pp. 87-96, Instituto de Estudios Turolenses, Teruel.
  • Rojas, L., 2008, Para una meditación de la edad media, Universidad del Bío- bio, Chillán, Chile.
5/5 - (1 voto)
Artículo anteriorLa fotógrafa Julia Margaret Cameron (1815-1879). ¿La inspiración de Florence Welch?
Artículo siguienteAlice Kyteler: la primera «bruja» de Irlanda