Casas Viejas: ¿La leyenda negra de la II República?

Los sucesos acontecidos en la pequeña localidad gaditana de Casas Viejas, entre los días 10 y 12 de enero de 1933, marcaron un antes y un después en la II República. Fueron, sin duda, algo más que uno de los tantos choques que se produjeron entre anarquistas y fuerzas del orden.

Unos hechos en torno a los que se conformó una auténtica leyenda negra. Los partidos de la derecha republicana, monárquicos y de tinte fascista los usaron en su favor. Su objetivo no era otro que el de derrumbar a la coalición de gobierno republicano-socialista, encabezada por Manuel Azaña.

Un momento inestable para el gobierno republicano

En enero de 1933, justo cuando se produjeron los sucesos de Casas Viejas, la coalición de gobierno republicano-socialista encabezada por Manuel Azaña atravesaba un momento delicado. Después del fallido intento de golpe de Estado por parte del general Sanjurjo, el 10 de agosto de 1932, había quedado más clara que nunca la hostilidad del ejército y de los sectores de extrema derecha de la sociedad española hacia el gobierno (1).

Manuel Azaña en las Cortes, 1932
Manuel Azaña en las Cortes, 1932. Fuente: La Vanguardia

En este complejo contexto, el oportunista Alejandro Lerroux, cabeza dirigente del Partido Republicano Radical, ansiaba la caída de la coalición gubernamental. De igual modo, José María Gil Robles, declarado fascista que había creado la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), se movía con comodidad en ese clima de crispación y tensión social y política.

Otro de los frentes abiertos para el gobierno eran las disputas que mantenían con organizaciones anarquistas como la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). De hecho, los sucesos de Casas Viejas deben de enmarcarse y entenderse dentro de las sublevaciones anarquistas a las que tuvo que hacer frente la II República en sus pocos años de vida, muchas de ellas en tierras andaluzas donde la incidencia libertaria era bastante considerable.

Casas Viejas – En casas de barro y paja, con hambre y sin trabajo

En enero de 1933, Casas Viejas (2) era una pequeña aldea agraria como otras tantas de la provincia de Cádiz y de Andalucía en general. El hambre, la explotación laboral o los míseros salarios formaban parte de la vida de la población, que trabajaba para poder subsistir bajo el yugo de los grandes terratenientes (3). Sin duda alguna, la cuestión agraria, un problema transversal en la historia de España, tuvo mucho que ver en lo ocurrido en la pequeña población gaditana.

Imagen de Casas Viejas en 1933
Imagen de Casas Viejas en 1933. Fuente: Portal de Andalucía

Una gran parte de la población de la pedanía estaba vinculada al anarcosindicalismo en 1933, era esto algo frecuente en una provincia en la que los ideales libertarios habían calado profundamente desde hacía más de medio siglo. Desde 1932, la CNT de Jerez potenció la conformación de un importante grupo de su organización en la población, que poco a poco ganaría en número de afiliados y se haría fuerte.

La revolución de enero de 1933

Los sucesos de Casas Viejas son consecuencia de la insurrección anarquista que se extendió a lo largo del mes de enero por todo el Estado. El domingo ocho de enero, en numerosos punto de la geografía española se declararon huelgas generales, que en muchos casos buscaron proclamar el comunismo libertario, teniendo un carácter bastante violento (4).

Principales focos revolucionarios en enero de 1933 - Suceso de casas viejas
Principales focos revolucionarios en enero de 1933. Fuente: Wikipedia

El sábado nueve de enero, por la tarde, se habían conseguido controlar los alzamientos iniciales por todo el Estado, pero el día 10 se inició una nueva ola que afectó a la provincia de Cádiz, donde los comités anarquistas siguieron la huelga de forma masiva. Estos grupos acabaron siendo reprimidos por las fuerzas del orden (5).

Todo estalló de noche – La insurrección anarquista de Casas Viejas

Tras el fracaso de la insurrección en Jerez y Medina Sidonia, los anarquistas de Casas Viejas, decidieron iniciar la madrugada del 11 de enero sus propias acciones. Cortaron la red telefónica e intentaron bloquear los caminos que llegaban al pequeño pueblo, a su vez, un grupo se dirigió a rodear el cuartel de la Guardia Civil (6).

Al amanecer, dos guardias civiles habían muerto después de los disparos anarquistas (7). La dubitativa proclamación del comunismo libertario acabaría teniendo como consecuencia una dura represión ese mismo día (8).

Manuel Rojas y su actuación “desmedida”

Por la tarde una docena de guardias civiles al mando del sargento Anarte llegaron al pueblo, esto hizo que los campesinos en armas huyesen o se escondiesen, la situación ya parecía estar controlada en aquel momento (9). Unas horas más tarde, bajo el mando del teniente Fernández Artal, llegaron a Casas Viejas doce guardias de asalto y cuatro guardias civiles. Este grupo capturó e interrogó a varios anarquistas, dos de ellos, Manuel Quijada y su cuñado, acabaron incriminando a la familia del anciano Francisco Cruz “Seisdedos” (10).

Las fuerzas del orden se trasladaron entonces a la vieja choza de paja y barro del anciano anarquista, donde se escondía parte de su familia, que había participado en el intento revolucionario. Avanzada la tarde, el capitán Manuel Rojas Feijespán llegó a Casas Viejas por orden del Director General de Seguridad Arturo Menéndez, las órdenes parecían contemplar una acción rápida e incondicional contra el alzamiento (11).

El desenlace final de los Sucesos de Casas Viejas

El capitán Rojas ordenaría abrir fuego con ametralladoras y rifles e incendiar la vivienda. El resultado final fue la muerte de ocho personas, toda la familia del anciano libertario salvo María Silva Cruz  “la Libertaria”, que sobrevivió y acabó encarcelada. Pero la represión no acabó ahí. Según la investigación posterior ordenada por el Parlamento, en base a la declaración de uno de los tenientes presentes en Casas Viejas en aquel momento, Rojas parecía querer continuar con la masacre. Según el testigo dijo palabras como: “habría que haber un escarmiento” (12).

Cuerpos de las personas fallecidas durante el asalto presenciados por la prensa y diversas autoridades
Cuerpos de las personas fallecidas durante el asalto presenciados por la prensa y diversas autoridades. Fuente: MuyHistoria

El capitán Rojas ordenó registrar las viviendas y buscar a toda persona vinculada al sindicato. Las detenciones arbitrarias acabaron con más de una decena de fusilamientos en las cenizas de la choza (13). Según Julián Casanova (14), entre los días 10 y 12 de enero murieron un total de 26 personas en Casas Viejas, contabilizando tanto a población civil (entre la que incluye a un niño) como a fuerzas del orden.

La investigación parlamentaria

Lo ocurrido precipitaría sin duda la caída de la coalición de gobierno republicano-socialista. Los reportajes de los periodistas Ramón J. Sender para La Libertad y Eduardo de Guzmán para La Tierra, de claro sesgo anarquista, tuvieron una gran repercusión (15). A su vez, la prensa derechista felicitó a las fuerzas del orden, como en el caso del diario ABC. Pronto, estos medios cambiaron su forma de narrar los hechos y se dieron cuenta de cómo podían explotar la situación contra el gobierno de coalición (16). Los ataques comenzaron a llover sobre Manuel Azaña y sus ministros, lo que mermó considerablemente la coalición.

Fotografía de una de las sesiones del juicio en el que el capitán Rojas acabó condenado a prisión
Fotografía de una de las sesiones del juicio en el que el capitán Rojas acabó condenado a prisión. Fuente: La Vanguardia

El Parlamento ordenó una investigación que acabaría señalando como principales responsables al Director General de Seguridad Arturo Menéndez, absuelto después, y al capitán Rojas, que sí acabó en prisión. No estuvo mucho tiempo, ya que en 1936 fue liberado por las fuerzas sublevadas.

La leyenda negra que se ha perpetuado

Pese a que tanto Azaña como su gabinete quedaron absueltos, se enfrentaron a una presión parlamentaría y social que acabaría por derrumbar su mandato. Los falsos testimonios del capitán Rojas y las tergiversadas crónicas anarquistas instauraron un relato negro que después fue explotado y difundido junto a muchos otros con el objetivo de deslegitimar y desprestigiar a la II República por parte de la dictadura franquista. Una herencia historiográfica del franquismo que sigue presente a día de hoy.

La forma de actuar de la Guardia de Asalto y la Guardia Civil, dirigidas por el capitán Rojas, fue desde luego desproporcionada y cruenta, sobre todo si se compara con la represión ejercida en otros lugares donde los anarquistas se enfrentaron a la República en ese mes de enero de 1933. Como quedó demostrado, la implicación gubernamental no puede ser verificada. Más bien, lo sucedido en Casas Viejas parece una especie de plan macabro trazado por parte de un sector de las fuerzas del orden junto a ciertos grupos políticos. Unos actos cuyas consecuencias pagaron un grupo de campesinos cuyas pretensiones no eran otras que las de mejorar sus deplorables condiciones de vida.



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Referencias y bibliografía

Referencias

(1) Preston, 2016, pp. 36-37.

(2) Actualmente, la localidad de Casas Viejas recibe el nombre de Benalup-Casas Viejas. En aquel momento era considerada pedanía de la población de Medina Sidonia, condición que cambió en 1991.

(3) Casanova y Gil, 2012, pp. 113-114.

(4) Gutiérrez, 2002, p. 183.

(5) Mintz, 1982, p. 270.

(6) Mintz, 1982, p. 279.

(7) Casanova y Gil, 2012, p. 115.

(8) Preston, 2016, pp. 36-37.

(9) Casanova y Gil, 2012, pp. 113-114.

(10) Mintz, 1982, p. 296.

(11) Mintz, 1982, p. 303.

(12) Mintz, 1982, p. 309.

(13) Gutiérrez, 2002, p. 183.

(14) Casanova, 1997, p. 115.

(15) Gutiérrez, 2002, p. 184.

(16) Preston, 2016, pp. 36-37.

Bibliografía

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José Carvajal Martínez
Graduado en Historia (UGR). MAES CCSS (UGR).