¿Cómo eliminar a un político molesto? El caso de la Defenestración de Praga

Siempre se ha dicho que una ventana abierta puede ser peligrosa porque puede generar corriente y que uno coja frío. También se dice que si hay niños pequeños, se debe tener mucho cuidado no sea que se caigan. Pero lo que nunca se dice es que no te acerques a una ventana durante una discusión, no vaya a ser que te tiren por ella. De hecho, el termino defenestración, es decir, lanzar a una persona por la ventana con intención de acabar con ella, en la actualidad se refiere a destituir de forma abrupta a una persona de su cargo.

Este año pasado vimos un ejemplo perfecto en el comité federal del PSOE. Un grupo de notables que no estaban de acuerdo con su líder, más por cuestiones personales que ideológicas, le defenestraron sin tener en cuenta qué podría ocurrir una vez eliminado. Tampoco tuvieron en cuenta que habían hecho un triple salto mortal, sin redes y con un foso de cocodrilos por si se caían(1).

Fernando de Estiria como emperador Fernando II. Fuente

Algo parecido fue lo que ocurrió en Praga en mayo de 1618, cuando a dos representantes del emperador, los sublevados protestantes los arrojaron por la ventana del salón en el que estaban reunidos. Está claro que tampoco eran videntes los responsables del atentado, porque acababan de abrir la puerta para el inicio de la Guerra de los 30 años.

A este hecho se le conoce como la Defenestración de Praga. Pero, ¿cuál fue la razón para que esto ocurriera? Debemos remontarnos al año anterior, cuando el nuevo rey de Bohemia era el primo del emperador Maximiliano, Fernando de Estiria.

Ostentaba además el título de archiduque y ante la falta de sucesión del emperador, se postulaba como su sustituto una vez que falleciera. Fernando se caracterizaba por ser un príncipe católico integrista y que no aceptaba las concesiones que se habían hecho a los protestantes durante el gobierno de Rodolfo II.

Si en el plano religioso era enemigo de los reformistas, en el plano político tampoco la situación era alentadora para sus súbditos, ya que se caracterizaba por un modo de gobernar autoritario, como había demostrado en su ducado de Estiria (2). Bohemia disponía de una serie de derechos y libertades que podían verse amenazadas por el nuevo soberano. Además, una parte importante de la población y de la nobleza era protestante y se veían en la diana de su nuevo rey (3).

Imaginemos por un instante, que el nuevo entrenador del FC Barcelona fuese alguien tan odiado entre la afición como el antiguo ayudante y traductor de Bobby Robson, Jose Mourinho.

Con todo este caldo de cultivo, el emperador Maximiliano, apoyando al nuevo rey bohemio, estableció la prohibición de que se siguieran levantando iglesias protestantes. De hecho, la medida buscaba el derribo de los templos protestantes y su sustitución por iglesias católicas. Recordemos que entre sus libertades, los bohemios tenían derecho a elegir su confesión religiosa; esto dio como resultado que una parte importante de la población y de la nobleza no fuese católica y por tanto, no aceptasen esta limitación en su libertad religiosa. Ante esta medida impopular, que no ayudó a Fernando a ganarse la simpatía de sus súbditos, un grupo de nobles se dirigieron a la capital de Bohemia, Praga, a exponer sus quejas ante los representantes del emperador en 1618.

Debemos tener en cuenta que el Imperio no era un Estado unitario, sino un conglomerado de pequeños señoríos y principados, que estaban sometidos, al menos de manera formal, al emperador. Una especie de comunidad de vecinos, donde al presidente de la comunidad se le tiene, en teoría, una consideración honorífica mientras dure su cargo, pero a quien nadie hace caso en realidad. La dignidad imperial, que en teoría era la máxima autoridad política de la Cristiandad, llevaba desde mediados del siglo XIV en la dinastía de Austria. Pero el poder efectivo del emperador estaba limitado a sus territorios patrimoniales, es decir, donde él era el príncipe. En los demás era una especie de primus inter pares, es decir, tenía una distinción honorífica sin valor político real. Siguiendo con el ejemplo, el presidente de la comunidad solo tiene poder en su domicilio y las normas que quiera poner para el resto de sus vecinos, no sirven más que para ensuciar el suelo del bloque.

El hecho de que los bohemios se dirigieran al emperador era porque, por tradición, formaba parte de sus posesiones. De esta manera, se pretendía que Maximiliano presionase a Fernando para reducir su intransigencia hacia los protestantes. Sin embargo, la idea del emperador no era la de escuchar a los representantes bohemios. De hecho respaldaba la política del nuevo rey, al cual le estaba preparando como su sucesor en el trono imperial, de tal manera que no le desautorizó.

Esta negativa y el reforzamiento de medidas impopulares por parte del nuevo rey, hizo que parte de la nobleza bohemia se volviese a reunir con los representantes imperiales. Pero como la situación no cambiaba y todos seguían cabreados, los nobles bohemios decidieron acabar con la reunión de forma drástica: cogieron a ambos representantes junto con el escribano que levantaba acta de lo dicho, los levantaron en volandas y los arrojaron por la ventana (eso es una defenestración). Tras este acto de rebelión, los protestantes quisieron defenderse con un argumento recurrente en estos casos: «muerte al mal gobierno, viva el rey», es decir, la culpa fue de los representantes imperiales por prepotentes, no era un acto contra el emperador.

Federico de Palatinado. Fuente

Sin embargo, como ya hemos señalado, Fernando quiso dejar claro quién era el que mandaba en Bohemia enviando un ejercito para acabar con la rebelión. La situación se agravó con la muerte de Maximiliano, siendo su sucesor, como ya estaba establecido, el rey de Bohemia. Esto complicaba la situación, porque ya no era un simple conflicto con el rey de Bohemia, ahora lo era con el mismísimo emperador. La nobleza bohemia ante esta situación, alegando las libertades otorgadas por Rodolfo II, dejaron de considerar a Fernando como su soberano, a pesar de haber sido jurado como rey bohemio en las Cortes, y se pusieron a buscar a un nuevo rey, más acorde con sus intereses. El elegido para enfrentarse en este duelo con el emperador era un príncipe elector, es decir, uno de los siete príncipes que elegían el emperador, el elector Federico de Palatinado (5).

Las consecuencias de la defenestración

Además del simbolismo de elegir como rey bohemio a uno de los que habían elegido a Fernando como emperador, se daba la circunstancia de que era protestante. Por tanto, consideraban que era un candidato que defendería los intereses bohemios mejor que el anterior rey. Poco importaba las consecuencias que podía traer para toda la población de bohemia o para Centroeuropa. El objetivo, a corto plazo se había logrado: evitar un rey católico en Bohemia. Sin embargo, nadie se dio cuenta de las consecuencias de la defenestración a medio o largo plazo, ocasionando un desastre como fue la Guerra de los 30 años.

Lo mismo parece que sucedió con el PSOE. La defenestración de Pedro Sánchez no fue completa. Al igual que los representantes imperiales sobrevivieron a la caída. El anterior secretario general del PSOE no estaba dispuesto a irse sin luchar, y los responsables de su caída no fueron capaces de ver que el caos al que podían llevar a su partido.


Referencias y bibliografía

Referencias

(1) Remitimos a nuestro artículo Viriato, Pedro Sánchez y el “Roma no paga a traidores”. Aprender Historia para no meter la pata como el PSOE…

(2) Mann, 1988, p. 184.

(3) Parker, 2003, p. 13 y p. 59; Usuriz, 2014, pp. 181-213.

(4) Mann, 1988, p. 187.

(5) Mann, 1988, p. 190.


Bibliografía

  • Mann, G.,  «La época de la Guerra de los 30 Años» en Mann, G., Heuss, A. 1988, Historia Universal. De la Reforma a la Revolución 1, Madrid, Espasa Calpe, pp. 180-190.
  • Parker, G., 2003, La Guerra de los 30 Años, Papeles del Tiempo, Madrid.
  • Usuriz, J.Mª, 2014, «El inicio de la guerra de los Treinta Años en la publicística española: La Defenestración de Praga y la Batalla de la Montaña Blanca», La Perinola, pp. 181-213.
5/5 - (1 voto)
Artículo anteriorCuando a Goya le inspiró su suegra: visiones de brujería en España
Artículo siguienteEsos mentirosillos del Canal Historia y su fantasiosa versión de la Segunda Guerra Púnica
Aitor Pérez Blázquez
Licenciado en Historia por la Universidad de Málaga, Máster en Ciencias Históricas por la Universidad Rey Juan Carlos y Especialista Universitario en Historia Militar por la Universidad Jaume I. Actualmente, compagino mi trabajo como profesor de educación secundaria en el IES Valle del Azahar (Cártama Estación, Málaga) con la preparación de mi tesis doctoral, sobre el reinado de Felipe V.

3 COMENTARIOS