A finales del siglo XII la situación política en Hispania atravesaba un periodo de paz derivada de las treguas firmadas con el califa Abù Ya´qub Yusuf al-Mansur, Yúsuf II. (4). Fue entonces, cuando el Califa interviene militarmente en la Península, llamando a la Guerra Santa y formando un gran ejército. En julio de 1212, sobre un llano de Sierra Morena (1), tuvo lugar la “madre” de todas las batallas. La batalla de las Navas de Tolosa.
De “Alarcos” a “Salvatierra” (3)
Desde mediados del siglo IX a mediados del XIV se produjeron los grandes enfrentamientos bélicos entre cristianos y musulmanes. (2) En este escenario, el rey de Castilla, Alfonso VIII (5) dejó de lado los conflictos internos con los demás reinos de la Península y formó una alianza de guerra en el siglo XIII. Con León, al mando de Alfonso IX (6) y con Navarra, al mando de Sancho VII (7). El rey castellano se las veía venir y a través de esta unión, los reinos cristianos se preparaban para la inminente guerra contra los musulmanes.
Por su parte, el ejército califal atravesó el Estrecho de Gibraltar, reunió todas sus fuerzas en Sevilla. La puesta en marcha de las tropas almohades lideradas por el propio Califa provocó la impaciencia y la precipitación de Alfonso VIII. Este mandó salir a sus ejércitos desde Toledo en dirección Alarcos. (8) Con el ejército castellano situado en el castillo de Alarcos, provincia de Ciudad Real, solo quedaba esperar al enemigo.
Retiradaaaa
El ataque pilló por sorpresa al bando castellano, quienes cansados por la jornada anterior, reaccionaron con desorden ante la invitación de guerra por parte de los musulmanes.(9) El califa llegó a un acuerdo con el general al mando, Diego López de Haro (10), quien entregó la plaza de Alarcos por capitulación a cambio de sus propias vidas.
Una nueva derrota: “Salvatierra”
Tras la contundente derrota de Alarcos, el califa prosiguió con su campaña militar. Avanzó y conquistó numerosas fortalezas en la ruta de Córdoba a Toledo (11). Por si fuera poco, en los siguientes años el califa continuó con sus campañas de castigo, estableciendo la frontera en río Tajo (12).
En este momento la Iglesia alza su mano y toma bajo su protección a los ejércitos cristianos, proclamando una “cruzada” contra los almohades. (13) El nuevo Califa Al-Nasir llamó a nueva guerra santa y montó el campamento frente a los muros del castillo de Salvatierra (14). Los cristianos decidieron entregar la plaza de Salvatierra a cambio de las vidas de los soldados calatravos. (15)
Efecto llamada
El obispo de Segovia viajó a Roma con la misión de solicitar la ayuda del Papa. Inocencio III arengó a sus súbditos para que acudieran a la llamada del rey de Castilla. Había concedido la “gracia de la Cruzada” a todos aquellos que tomasen las armas en defensa de la cristiandad.
El primero en responder a la leva sin ningún reparo fue Pedro II de Aragón (16), quien, aunque estaba “más tieso que la mojama” (17) se presentó con lo mejorcito de su reino (18). Obtuvo numerosos apoyos de la zona de la Provenza (19) y del territorio regido por el rey de Inglaterra.
Mención aparte merece el rey de Navarra, Sancho VII, que rechazó unirse a la empresa de Alfonso VIII contra los almohades (20). Sin embargo, se desconocen los motivos que hicieron cambiar de opinión al rey de Pamplona que finalmente acudió a la llamada del rey castellano poco antes de la batalla (21).
La batalla de las Navas de Tolosa
El choque en Las Navas de Tolosa sería la consecuencia irremediable de dos grandes derrotas militares anteriores que desembocarían en una inmensa batalla campal. Como todos sabemos, tuvo lugar en el Cerro de los Olivares, cerca de Santa Elena, provincia de Jaén (22).
Alfonso VIII envió la caballería pesada, que rápidamente alcanzó el cuerpo central de las tropas musulmanas, comandadas por el visir Abu Said. (23) Pero el enemigo era muy superior. El rey de Castilla no podía permanecer impasible mientras sus tropas morían ante sus ojos. A la vez que sus magnates y consejeros trataban de hacerle esperar, miró al arzobispo de Toledo y le dijo: “Arzobispo, muramos aquí mismo” (24) y (25).
!Todos para uno y uno para todos!
El Rey Alfonso, Pedro II y Sancho VII cargaron los tres juntos y rompieron por completo las líneas enemigas. (26). Rota por completo la resistencia musulmana, el objetivo cristiano era alcanzar el palenque (27) donde estaba la tienda roja del califa Al-Nasir, sabedor de la derrota de su ejército (28). Y este acabó huyendo.
¡Victoria!
La victoria cristiana fue aplastante. El botín de guerra fue espectacular (30) y (31). El derrotado califa Al-Nasir moriría un año más tarde, en Marrakech (32). A partir de este momento el Imperio almohade iría perdiendo fuelle hasta casi desaparecer pocas décadas después. A los pocos años caería la capital del Califato, Córdoba, a manos de Fernando III “el Santo” (33) que posteriormente entraría en Sevilla.
De esta manera, la victoria de las Navas supuso la primera derrota de las tropas almohades en la Península Ibérica y lo más importante, el paso del valle del Guadalquivir por donde los ejércitos cristianos avanzarían hasta acabar con el dominio musulmán en Hispania.
Más historia medieval de España en Khronos Historia