Tal y como nos cuentan todos los libros de texto de historia, el 7 de diciembre de 1941, cazabombarderos nipones atacan la base naval estadounidense en Pearl Harbor. ¿Por qué? Porque Japón estaba hastiada del embargo de petróleo al que Estados Unidos le estaba sometiendo desde julio. “Macho, es que se están pasando los listos de EEUU”, “pero, ¿quiénes se creen los estadounidenses que son recién llegados a la guerra?” y miles de quejas más que dirían y pensarían los nipones. Estados Unidos, más chulo que un ocho, exigió a los japoneses un único requisito para retirar el embargo: abandonar China e Indochina.
Esto les pareció a los japoneses la gota que colmó el vaso y llevaron a cabo este ataque sorpresa contra Estados Unidos. Como consecuencia, Japón neutralizó la amenaza estadounidense e invadió el sur de Asia.
Freno al avance japonés – EEUU conquista sus islas
Tras las victorias japonesas y su avance en la guerra, los estadounidenses no se iban a quedar de brazos cruzados, por lo que desarrollaron su estrategia de ir, isla por isla, recuperando terreno. Por otro lado, los japoneses fortificaron las islas más importantes y las abandonaron a su suerte con la de orden de luchar hasta su último aliento, provocando batallas de conquista brutales.
Los kamikazes japoneses
¿Nunca os ha dicho vuestra madre o abuela: “¡Niño/a, tú eres kamikaze o qué!”? Utilizar esta expresión es frecuente hoy en día, pero claro, no lo penséis de manera literal, porque no os veo con un avión a punto de inmolaros.
Los kamikazes fueron esos alocados y persistentes japoneses que, tras contemplar su derrota contra los estadounidenses, decidieron suicidarse en plena aviación hacia territorio estadounidense. ¿Surrealista, no? Aquellos nipones, más devotos, que adoraban y eran grandes fanáticos de su emperador y de su tierra, no afrontaron su derrota ni tampoco fueron realistas, por lo que decidieron dar su último golpe contra Estados Unidos.
Entre tres y cuatro mil pilotos japoneses (1) se ofrecieron, por voluntad propia, para ser kamikazes. Su objetivo era estrellar los aviones contra los enemigos en nombre de su emperador.
En una entrevista de la BBC, Mariko Oi, presentadora y reportera, preguntó a tres jóvenes de Tokyo cuál era su punto de vista sobre los kamikazes. Sus respuestas fueron: irracional, heroico y estúpido. Podemos apreciar que uno de ellos dijo que fue un acto heroico, increíble, hasta el hermano mayor de este joven se quedó atónito (2).
¿Qué pensaban los pilotos kamikazes de Japón?
De nuevo, en una entrevista de la BBC, Rupert Wingfield-Hayes, periodista británico corresponsal de la BBC en Tokyo, tuvo la suerte de hablar y entrevistar a Tadamasa Itatsu, expiloto kamikaze que armó la colección. En esta entrevista, Itatsu cuenta su experiencia y su paso por este hecho histórico, en el que cabe destacar varios puntos.
Por un lado, Itatsu no murió porque mientras estaba volando hacia su objetivo, el motor le falló y se vio forzado a amerizar, regresando a su unidad.
Por otro lado, se confirma que le lavaron el cerebro a toda una generación de nipones para convertirlos en seres que obedecían al emperador ciegamente, con el pretexto de que si los aviones estadounidenses invadían Okinawa, serían capaces de usarla como base para atacar las principales islas de Japón. Por lo que, los jóvenes aterrados por la noticia, no les quedaba otra que pensar que tenían que impedirlo fuera como fuese.
«Querida madre, sólo lamento no haber hecho más por ti antes de morir. Pero morir como combatiente del emperador es un honor. Por favor no te sientas triste». Carta de un piloto kamikaze
Vale, entonces los kamikazes japoneses se suicidan y qué… ¿EEUU no hizo nada al respecto?
Por supuesto, Estados Unidos actuó, y además lo hizo de una forma inolvidable. A partir del 11 de abril de 1945, H. Truman fue nombrado presidente de EEUU, tras fallecer de cáncer F.D. Roosevelt.
Truman, ante esta situación, de innumerables muertes y bajas en su territorio, decide parar este hecho a lo grande. Ordenó la utilización de las bombas atómicas Little Boy y Fat Boy por primera vez en la historia para eliminar por completo dos de las grandes ciudades niponas, Hiroshima y Nagasaki, además de mandar aviones con misiles para destruir todas las ciudades de Japón que pudiesen, entre ellas la ciudad de Kōbe.
Estas dos brutales bombas dejaron a su paso más de trescientos mil muertos, innumerables afectados y cientos de edificios, objetos y personas completamente vaporizadas.
¡Que locura, nene! ¿Estaban más locos los kamikazes japoneses o los que arrojaron las bombas atómicas?
Efectivamente, un acontecimiento brutal. Entonces, como respuesta a las cuestiones del principio… ¿qué pensáis al respecto? ¿A quién de los dos bandos se le piró más? Es un tema del que reflexionar mucho y con seriedad.
Me da a mí que ninguno de los dos países están locos, simplemente no supieron controlar la situación, sabiendo que la guerra deja secuelas muy graves en la mente humana. Fue un cúmulo de causas y consecuencias que no pudieron gestionar pacíficamente por el poder o por la comida de tarro a los jóvenes.
Elaborado por: Silvia Valle Gallego – alumna de 1º de Bachillerato del I.E.S. Santa Catalina de Alejandría (Jaén).
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