Juego de tronos: un muro para separarlos a todos… ¿Poniente o Roma?

Un majestuoso muro de decenas de metros de altura y espesor cruza todo el territorio de este a oeste, protegiendo la civilización de la barbarie. Una hermandad juramentada defiende esta construcción que cuenta con kilómetros de longitud. ¿Poniente o Roma? ¡Ambos!

La visión del Muro de hielo por parte del autor de Canción de Hielo y Fuego, es un símbolo de la psique romana, aunque mucho más grande y desalentador que el muro romano, su objetivo es el mismo: separa el Imperio de la barbarie, el reino de la luz y el calor de un reino de oscuridad y frío. El Muro de hielo es vasto de horizonte a horizonte, y más allá de él sólo existe oscuridad inexplorada… ¡Cómo el de Adriano! Desde principios del siglo II d. C. llegaban noticias desde Britania a Roma, que trataban del difícil dominio de la isla y de las bajas de multitud de romanos en combate. En el año 122, el emperador Adriano, en una expedición militar, desembarcó en Britania y descubrió una realidad inconcebible hasta el momento: el poder del Imperio romano tenía límites. Marchando hacia el norte, hasta la actual Newcastle (Reino Unido), ordenó la construcción de una nueva y faraónica empresa: un muro que atravesara la isla de este a oeste, desde el mar del Norte hasta el mar de Irlanda, en el cuello geográfico que en la actualidad divide Escocia de Inglaterra, que durante siglos fue la más importante frontera del Imperio romano.

«Se dirigió a Bretaña donde reprimió gran número de abusos, siendo el primero que construyó un muro de ochenta mil pasos de longitud, para que mantuviera separados a los bárbaros de los romanos.» (1)

Este pasaje de la biografía del emperador justifica el verdadero valor del muro, que no fue otro que regular los límites de la vida civilizada. Así se estableció una frontera política, social y comercial entre los bárbaros escoceses del norte los famosos pictos, que parece ser que eran bastante parecidos a los bárbaros de más allá del muro y los romanos del sur del muro. Es una construcción que lo que gana por su altitud lo pierde por su longitud, pues la cantidad de kilómetros que recorre impidió una adecuada defensa. Aunque se construyeron puertas a cada cierto intervalo, la muralla presentaba numerosos puntos débiles. No hay registro histórico sobre la planificación de la ingeniería involucrada en la construcción, pero el artefacto habla por sí mismo.

Lo que hoy nos queda del Muro de Adriano.
Lo que hoy nos queda del Muro de Adriano. Fuente  

El Muro de Adriano fue construido por legionarios mediterráneos, pero guarnecido por reclutas de diferentes partes del Imperio, desde hombres cercanos, procedentes del Rin, hasta barqueros del Tigris, como lo recogen las tablillas de Vindolanda (2). Lo mismo ocurre en el Muro de hielo que, aunque fue construido por norteños bajo el mando de Brandon el Constructor, es defendido por hermanos procedentes de todos los rincones del reino: la Guardia de la Noche, una institución compuesta por marginados y criminales que no levanta cabeza para recuperar el prestigio y el respeto que guardaba antaño. Servir en la Guardia de la Noche fue un verdadero honor en otros tiempos; ahora sirven ladrones, violadores y traidores procedentes de todos los puntos de Poniente, a los que se dio a elegir entre la horca o el servicio. A la vanguardia de la legión romana iban los hombres jóvenes, pobres y sin honra, al igual que en el Muro, que es la vanguardia del reino, sirven hombres sin honor ninguno. A diferencia de la Guardia de la Noche, los soldados romanos no tuvieron que guardar celibato, pero hasta el siglo III d. C. les estuvo prohibido formar familia, así que probablemente tuvieron permiso para vagar de vez en cuando por el equivalente romano de Villa Topo (3).

Las tribus que moran más allá del Muro, conocidos como los “salvajes”, han sido una amenaza para el Norte y su gente durante generaciones. En cierto punto de la historia ficticia, los salvajes trataron de unirse detrás de un solo líder, un «Rey más allá del Muro», e intentaron varios ataques organizados contra el reino, pero gracias a los ingeniosos y valientes hombres de la Guardia de la Noche, el falso rey fue rápidamente derrotado. Poco tiene que temer la Guardia del primitivismo de los salvajes pues, aunque son una molestia, no son tan sofisticados ni poderosos para significar una verdadera amenaza para el reino. El Muro de Adriano, al igual que el Muro de hielo, es la barrera que separa la civilización de la barbarie, sólo que más allá de él no hay espectros ni caminantes blancos, sino… ¡unos escoceses!

Ingeniería romana

Un muro tan desmesuradamente alto de poco serviría si no se pudiera vigilar desde su cima y, por esa misma razón de altura y dada la naturaleza de la construcción, sería una insensata aventura escalarlo hasta llegar a su cumbre. Por eso el Muro cuenta con un ascensor. Cabe hacerse una idea de la importancia que en un tiempo pasado tuvo la Guardia de la Noche como defensa de los reinos para hacer gala de una maquinaria tan tecnológica.

El ascensor del Muro es una especie de jaula de madera y hierro, con un tamaño suficiente para transportar una decena de hombres. Funciona con un rodillo giratorio a modo de cabrestante que, mediante la fuerza humana, activando una serie de cuerdas y poleas, eleva y desciende la caja que une la base del Castillo Negro con la cúspide del Muro. El Muro de hielo se alza como un triunfo de la ingeniería.

Los romanos no sólo han pasado a la Historia por el magno imperio que construyeron, sino también por su pragmático modo de operar a la hora de solucionar problemas. Para la construcción de sus portentosos monumentos, los ingenieros romanos empleaban grúas muy diversas que recibían el nombre genérico de machinae tractoriae(4).  Entre ellas se encuentra el torno de madera, que servía para elevar pesos y se accionaba haciendo palanca en unos palos dispuestos radialmente en un eje horizontal. La lápida de Haterii es un relieve de entre finales del siglo I d. C. y comienzos del siglo II d. C. que refleja este sistema de construcción, se trata de una grúa manipulada por una gran rueda impulsada por esclavos. Aunque este bajorrelieve da una imagen del aspecto que tuvieron estas máquinas, es De re aedificatoria, la obra de Vitrubio, la que muestra específicamente cómo funcionan.

Machinae tractoriae en la Lápida de Haterii (siglos I-II d. C.). Fuente

Y es que a veces, por muy ficticios, imaginarios, fantásticos y novelescos que nos parezcan los mundos que se relatan en nuestras series de televisión y películas favoritas, el peso de realidad que en ellos se encuentra vence por si solo.


Referencias y bibliografía

Referencias

(1) Picón, 1989, p. 59.

(2) Las tablillas de Vindolanda son los documentos manuscritos más antiguos existentes en Gran Bretaña y, entre otras cosas, registran asuntos militares oficiales; British Museum, s. f.

(3) Villa Topo es el primer pueblo más cercano al Muro, que cuenta con un burdel que los Hermanos de la Guardia de la Noche frecuentan de forma semiclandestina.

(4) Entre ellas se encuentra el torno de madera, que servía para elevar pesos y se accionaba haciendo palanca en unos palos dispuestos radialmente en un eje horizontal. La lápida de Haterii es un relieve de entre finales del siglo I d. C. y comienzos del siglo II d. C. que refleja este sistema de construcción, se trata de una grúa manipulada por una gran rueda impulsada por esclavos; González, 2004, p. 244.

Para ampliar:

Meet the Ancestors, 2003, Our Top Ten Treasures, 2003, Reino Unido, BBC, 1 junio 2003, [OnLine]


Bibliografía

  • British Museum, s. f., Our Top Ten British treasures: the Vindolanda tablets. [OnLine] Disponible en: http://web.archive.org/web/20150518015646/http://www.britishmuseum.org/explore/online_tours/britain/our_top_ten_british_treasures/the_vindolanda_tablets.aspx [28/ 11/ 2016]
  • González Tascón, I. y Velázquez Soriano, I., 2004, Ingeniería romana en Hispania: historia y técnicas constructivas, Fundación Juanelo Turriano, Madrid.
  • Martin, G. R. R., 2002, Juego de tronos, Gigamesh, Barcelona.
  • Picón, V. y Cascón, A., 1989, Historia Augusta, Akal, Madrid.
  • National Geographic España, 2015, «La última frontera del Imperio. El muro de Adriano», National Geographic España [OnLine], 3 agosto 2015. Disponible en: http://www.nationalgeographic.com.es/historia/grandes-reportajes/el-muro-de-adriano_9444 [28/11/2016]
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Ana Martínez-Acitores González
Graduada en Historia del Arte por la Universidad de Valladolid. Máster en Europa y el mundo atlántico: poder, cultura y sociedad por la Universidad de Valladolid. Doctoranda y autora del libro "¿Realidad o ficción? Arte e historia en Juego de tronos".

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