He de avisaros que este no es un artículo más sobre brujas, o sobre feminismo. Tampoco es un cuento de hadas y brujas. Esta es la historia de la primera feminista que se atrevió a identificarse con las brujas: Matilda Joslyn Gage.
A todos nos son familiares personajes como Totó, Dorothy, el Hombre de Ojalata, o la Malvada Bruja del Oeste. Y de todos es sabido que la película El Mago de Oz (1), gracias a su archiconocida canción Somewhere over the rainbow (2), es uno de los referentes para el colectivo cuya bandera es precisamente eso, un arcoiris.
Pero tengo algo que contaros, un secreto que muy pocos conoceréis. Las feministas tenemos nuestro propio icono en esa obra. Ya lo sé, la bruja obvio, jaja, feminista=bruja. No os digo que no, pero no es la malvada bruja del Oeste, fea, verde y mala hasta las trancas. Habéis fallado. Pero tranquilos, no os enviaré a mis monos voladores (3).
La bella y buena, cual algodón de azúcar, Bruja del Sur, Glinda, es nuestra feminista encubierta. Si queréis saber por qué, no dudéis en seguir el camino de baldosas amarillas…
La bruja de mi suegra: Matilda Joslyn Gage
En 1900 vio la luz este fantástico libro, El Maravilloso Mago de Oz. Escrito por Lyman Frank Baum (4) e ilustrado por W.W. Denslow (5). La historia es de sobra conocida, pero por si acaso no la conocéis aquí os va un resumen. Dorothy, una amable niña que vive con sus tíos y su perrito Totó en Arkansas se ve arrastrada por un tornado al fantástico mundo de Oz. Allí conocerá al Hombre de Ojalata, el León Cobarde y el Espantapájaros. Con ellos inicia un viaje para encontrar al Mago de Oz y pedirle que la lleve de vuelta a su casa. Por el camino tendrá que enfrentarse a la Malvada Bruja del Oeste, pero estará ayudada por la Buena Bruja del Sur.
La Buena Bruja del Sur, es como ya os comenté, dulce como el algodón de azúcar. Su aspecto es más el de un hada que el de una bruja, pero aquí tenemos que se la denomina bruja. Y no una cualquiera, la Buena Bruja… Pero, ¡¿es eso posible?! ¡Una bruja buena! ¡¡Inconcebible!!
Más vais a alucinar cuando os cuente la inspiración de Baum para esa Bruja Buena: ¡su suegra! Sí sí, su suegra. El tópico de “mi suegra es una bruja” él lo llevó al extremo de dejarlo por escrito, con un par.
Pero la cosa tiene truco… La suegra en cuestión no era otra que Matilda Joslyn Gage, la primera feminista en aceptar y reconocerse como “bruja” (6). Y aquí es cuando nuestro camino de baldosas se vuelve morado…
Damnatio Memoriare contra Matilda Joslyn Gage
¿Quién era Matilda Joslyn Gage?
“¿Imagina que existió una sufragista que puso de manifiesto el tráfico y el abuso sexual de mujeres y niños por parte de curas desde hace 100 años? ¿Alguien que ofreció su casa a la gente que escapaba de la esclavitud cuando estaba embarazada de su tercer hijo, y que afrontó cientos de dólares en multas y seis meses de cárcel por hacerlo? ¿Y que tal si además vio a las sociedades indígenas bastante más superiores a la suya propia, apoyó los derechos de los nativos, reconoció la soberanía de la Nación Nativa y fue hija adoptiva honoraria del Clan del Lobo de la Nación Mohawk?” (7).
Lo sé, acabáis de flipar. Y seguramente os estéis preguntando cómo es posible que nunca hubierais oído hablar de esta mujer. Aunque estéis familiarizados con textos que hablen sobre feminismo, las sufragistas, y hayáis leído sobre episodios tan relevantes como Seneca Falls (8), seguro que no habéis leído ni una sola línea sobre Matilda.
No intentéis buscarla en esos libros, da igual si son del siglo pasado o actuales, no encontraréis su nombre en sus páginas (9).
En la antigua Roma se estableció una costumbre, ya practicada por los egipcios con anterioridad, la Damnatio Memoriae. Cuando se consideraba que alguien actuaba contra el sistema establecido se le condenaba al olvido, su nombre era borrado y así, se borraba de la historia (10).
Matilda Joslyn Gage borrada de la Historia
A Matilda le pasó lo mismo. Sus propias compañeras sufragistas la borraron de la historia. Sus ideas demasiado radicales eran mal vistas.
“Susan B. Anthony (11) es en gran parte el motivo. Y un movimiento que se volvió tan conservador que no podía permitir sus ataques sobre el dogma del Cristianismo, el cual requería someter a las mujeres bajo la autoridad del hombre” (12).
Una mujer como ella debe tener su sitio en la historia del feminismo. Y esta es mi humilde aportación a restaurar su memoria y ponerla en valor. La historia de
“La mujer que estaba por delante de las mujeres que estaban por delante de su tiempo” Gloria Steinem (13).
La pequeña Matilda Joslyn Gage
Matilda Electa Joslyn nació en 1826 en Cicero, Nueva York. Sus padres eran el doctor Hezeiah Joslyn y Helen. (14) Se podría decir que tuvo una infancia acomodada dada la profesión de su padre médico. No recibió una educación usual en ningún sentido.
Su padre le enseñó psicología y anatomía, entre otras cosas. Era habitual que lo acompañara en sus visitas médicas, aún siendo una niña (15). Posteriormente, recibió una formación más académica en el Instituto Liberal Clinton, en Clinton, Nueva York (16).
Matilda intentó sin éxito ser admitida en la escuela de medicina (17). La educación recibida por parte de su padre fue muy importante para su desarrollo como persona, como ella misma reconoció:
“Si hubo una educación más valiosa para mí por encima de las demás, fue el entrenamiento que recibí de mi padre para pensar por mí misma” (18)
El pensamiento crítico apartado de lo establecido era algo presente desde siempre en la vida de Matilda. El hogar en el que se crió la pequeña Matilda formaba parte del conocido como Underground Railroad: una red secreta que ayudaba a los esclavos a escapar (19).
Una vez casada (se casó en 1845 con Henry Hill Gage), Matilda convirtió su nuevo hogar en un nuevo punto de la Underground Railroad, lo que le costó, como ya vimos al inicio, multas e incluso la cárcel (20). Una mujer fiel a sus ideas y dispuesta a luchar por ellas, ¡¡si señora!!
Durante la Guerra Civil (1851-1865) Matilda colaboró organizando suministros hospitalarios para los soldados de la Unión (21). En 1862, hizo una predicción, como buena bruja, en la cual aseguraba que cualquier intento de defensa y mantenimiento de la Unión que no implicara la liberación de los esclavos fracasaría (22).
Matilda Joslyn Gage: Sister Suffragette
El ser esposa, madre (tuvo cuatro hijos) y abolicionista, parece que no era suficiente para el espíritu inquieto de Matilda. Y es que, ¿cómo podemos pensar que una mujer como ella pudiera mostrarse indiferente al sufragismo?
Estaba más que claro que alguien defensor de la libertad y los derechos, como lo era ella para con las libertades y los derechos de otros, iba a meterse de lleno en la lucha por la libertad y los derechos de las mujeres.
En 1848, en plena efervescencia sufragista en Estados Unidos, se produjo la reunión de Seneca Falls. Organizada por Elizabeth Cady Stanton, quedaros con este nombre, reunió a personas de distintas asociaciones y organizaciones políticas del ámbito liberal. El denominador común de todas ellas era la lucha abolicionista (23). De esta reunión salió lo que podríamos denominar el pilar del sufragismo americano La Declaración de Sentimientos. El modelo inspirador para este documento fue la Declaración de Independencia de Estados Unidos (24).
“Decidimos: Que la mujer es igual al hombre- que así lo pretendió el Creador- y que por el bien de la raza humana exige que sea reconocida como tal.
Decidimos: Que es deber de las mujeres de este país asegurarse el derecho al voto.” (25)
El año revolucionario
1848 fue un año movidito, en lo que se refiere a movimientos sociales. Además de la reunión de Séneca Falls, en Europa se sucedieron una serie de movimientos revolucionarios (26).
Tras las revoluciones de 1820 y 1830, en 1848 se produjo un nuevo movimiento revolucionario propiciado por un cambio social y económico, la revolución industrial. El movimiento obrero y las ganas de acabar con el antiguo régimen, que aún persistía, fueron los motores de estas revoluciones. Francia, Estados Alemanes, Polonia, Imperio Otomano, España, Estados Habsburgo, fueron los escenarios de estas revoluciones.
Además, en ese mismo año verá la luz el Manifiesto Comunista de Marx y Engels (27). Les quedó un ’48 muy revolucionario la verdad, tanto a un lado como al otro del charco.
De Seneca Falls a Siracusa
Matilda no pudo asistir a aquella primera reunión de Seneca Falls, ni a la segunda realizada en Ohio, pero sí asistió a la reunión de Siracusa, en septiembre de 1852 (28). En esta tercera Convención por los Derechos de las Mujeres, la primera dirigida por Susan B. Anthony (29), Matilda dio su primer discurso feminista. También se descubrió como una gran oradora y escritora, y confirmó sus dotes de liderazgo (30). En su discurso criticó duramente la sumisión de la mujer y abogó por la igualdad educativa y legal para las mujeres (31).
Triunvirato
Después de esto, en 1866, Matilda se unió al AERA (American Equal Rights Association), de la que formaban parte también Anthony y Caddy. Esta sociedad duró sólo tres años más. Acabó desapareciendo por la fractura interior, diferencias entre algunas de sus integrantes más moderadas y otras consideradas más radicales (32).
Las radicales del grupo, Anthony, Caddy y Gage, formaron en 1869 la NWSA (National Woman Suffrage Association). Las más moderadas, formaron la AWSA (American Woman Suffrage Association) (33).
Anthony, Stanton y Gage eran conocidas en los círculos sufragistas como “El Triunvirato”, el ala radical del movimiento por los derechos de las mujeres en el siglo XIX. Anthony era la más cercana las ideas religiosas, permitió que se unieran al movimiento las miembros de la Unión por la Templanza de Mujeres Cristianas. Stanton era crítica con las ideas religiosas, y dejó constancia de ello en su Biblia de las Mujeres. Gage era la más radical de las tres en cuanto a lo que pensaba sobre la religión, pero de eso ya hablaremos (34).
Sufragistas y radicales
Desde 1860 hasta 1890 Matilda tuvo distintos puestos dentro de la NWSA; puestos ejecutivos, entre ellos, Presidenta del Comité Ejecutivo. Entre las tres, Gage, Anthony y Stanton, se repartían los puestos de liderazgo dentro de la organización (35).
En 1869, Matilda ayudó a fundar la NYSWSA (N.Y. State Woman Sufragette Association), de la cual fue vicepresidenta y secretaria (36). Ese puesto lo ostentó durante 20 años, tiempo en el cual ayudó también a fundar la asociación de Virginia (37).
Bajo el mandato de Gage, de 1870 hasta 1879, la NYWSA fue la organización sufragista más exitosa a nivel nacional (38).
Matilda Joslyn Gage, la escritora
A Matilda lo de escribir se le daba bien. Y fueron varias las obras que llegó a publicar, algunas de ellas panfletos, pero siempre encaradas al sufragio y el feminismo. En 1870 publicó La mujer como inventora, obra en la cual reconocía a Catherin Littlefield Greene la invención de la desmotadora de algodón (39). Además de este, también escribióEl catecismo de los derechos de la mujer(1871), y Los peligros de la Hora (1890) (40).
Pero donde desarrolló gran parte de su obra fue en el periódico de la NWSA, El ciudadano nacional. Estuvo al frente de dicha publicación desde 1871 hasta 1881. Aquí, Matilda se sentía con mayor libertad para escribir sobre temas relacionados con el sufragismo y el feminismo. Gage reivindicó durante toda su vida el papel de las mujeres olvidadas por la historia, irónico verdad. En este periódico siempre había una columna reservada para ellas, para las olvidadas, figuras históricas femeninas importantes (41).
En 1876 escribió conjuntamente con Stanton la Declaración de Derechos de las Mujeres. Esta pasó a formar parte oficial de las actas del la Exposición del Centenario de Filadelfia (1876) (42).
Historia del sufragismo
Si, vale, es sobre lo que va en parte esto que estáis leyendo. Pero resulta que no soy yo la primera que escribe sobre el tema. ¿Inaudito verdad? Matilda y sus amigas se me adelantaron.
Gage, Anthony y Stanton escribieron compilaron y escribieron, desde 1876 hasta 1886, la Historia del sufragio femenino. Una obra dividida en tres volúmenes.
En el primer volumen Gage escribió ella sola tres capítulos. El primero, “Causas Precedentes”, narraba los logros de las mujeres a lo largo de la historia, incluyendo 93 biografías, como la de la reina Isabel I de Inglaterra. El segundo capítulo se titulaba “Mujeres en la prensa”, y el tercero, “Mujer, Estado e Iglesia”. Este último capítulo tiene especial importancia, ya que será ampliado a posteriori, convirtiéndose en su obra más conocida (43)
En el segundo volumen, editado en 1882, Gage escribió sobre los esfuerzos de las mujeres para conseguir votar, bajo el amparo de la decimocuarta enmienda (44). Pero cual fue su sorpresa cuando descubrió que Stanton y Anthony habían modificado su escrito. Y además habían minimizado sus propios esfuerzos en la lucha por la consecución del voto. Se enfatizaba solamente la labor de Anthony (45).
Matilda no pudo demostrar la perrería que le habían hecho sus propias compañeras, ya que había perdido los manuscritos originales (46).
En 1880 Anthony y Stanton concedieron una entrevista en la cual se otorgaban, ellas solas, la autoría de la obra Historia del sufragio Femenino. Ni una sola palabra sobre Gage… (47).
¡Dejadme votar!
1871 fue el año del primer intento de Matilda de ejercer el voto. Ella otras nueve mujeres. Fue en Fayetteville, y, obviamente, no lo consiguió (48).
“Fui rechazada con la alegación de que era una mujer casada. Entonces cogí a dos mujeres solteras que se mantenían a ellas mismas y eran propietarias de su propia casa… sus votos también fueron rechazados. Entonces tomé a… viudas de guerra, cuyos maridos habían muerto en el campo de batalla, defendiendo su país, y ellas también, fueron rechazadas, y así lo fueron las nueve” (49).
Al año siguiente, 1872, lo intentó de nuevo, esta vez en las elecciones presidenciales. En esta ocasión Susan B. Anthony también intentó votar, lo que le supuso su detención y posterior juicio (50). Gage estuvo al lado de su “amiga”, durante todo el proceso, incluso dio discursos en su apoyo bajo el título de Los Estados Unidos a juicio, no Susan B. Anthony (51)
Gage vs Anthony
La visión que Gage y Anthony tenían con respecto al derecho de la mujer al voto era distinta. Matilda nunca pidió el voto. Lo consideraba un derecho natural y acusaba al gobierno federal de no proteger a las mujeres en su derecho como ciudadanas a poder ejercer el voto en los estados que lo consideraban ilegal. En cambio Anthony, más conservadora, afirmaba que la mujer tenía que conseguir el voto para poder tener influencia sobre la aprobación de leyes (52).
¡Por fin puedo votar!
El año 1880 fue el año del triunfo. El estado de Nueva York por fin permitía a las mujeres votar. Estas podían ser elegidas para formar parte de los consejos escolares y votar. Gage organizó de nuevo en Fayetteville a 102 mujeres para que pudieran ejercer su derecho. Esta vez, ninguna de ellas fue rechazada. Entre las tres mujeres que fueron elegidas se encontraba su hija Helen (53).
Miss Liberty
Era Octubre de 1886 cuando Nueva York dio la bienvenida a su ciudadana más ilustre. Ella sería de ahora en delante la encargada de dar la bienvenida a todo el que llegara a la cuidad. Regalo del pueblo francés, se erguía orgullosa, igual que un faro que guiaba al pueblo americano. La Estatua de la Libertad.
Aunque esa visión no era compartida por todos… Matilda junto con otras miembros de la Asociación Sufragista de Nueva York acudió a protestar por lo que consideraba la mayor hipocresía del S. XIX. ¿Cómo una mujer iba a representar la libertad, cuando las mujeres americanas no gozaban de ella? (54).
Solo dos mujeres fueron invitadas a la inauguración de la estatua. Matilda y sus compañeras se las tuvieron que ingeniar con un bote para poder llegar hasta allí y protestar (55).
Matilda Joslyn Gage: demasiado radical para las radicales
En 1888 se fundó el Consejo Internacional de Mujeres (56). Entre sus miembros fundadores se encontraban Matilda y Anthony. Esta última invitó a Frances Willard, presidenta de la Unión de Templanza Cristiana de Mujeres, a quien Gage definía como “la mujer más peligrosa de América”. El motivo para dicha afirmación era que Willard, sus ideas, amenazaban con destruir la línea que separaba el Estado de la religión, y a Dios como cabeza del gobierno (57).
Obviamente, Gage y Willard chocaron en su ideología. Ese fue el principio del fin de Matilda con el movimiento sufragista.
En 1890, la NWSA se disuelve, o mejor dicho, se fusiona con la AWSA, una asociación de carácter más conservador. Dicha unión fue promovida por Susan B. Anthony (58). Por si aún no lo teníais claro, Matilda era cualquier cosa menos moderada, por lo que este nuevo giro que el movimiento sufragista estaba tomando no iba mucho con ella.
Fue así como Matilda fundó su propia organización, la Unión Liberal Nacional de Mujeres (WNLU). En él se dedicaría a desafiar el mandato religioso de la sumisión de las mujeres a los hombres y detener la invasión de la religión en la política. Todo lo contrario a lo que Anthony estaba haciendo (59).
Traición
Su organización “antieclesiástica” editaba un periódico, El Pensador Liberal, de hecho sólo publicó un único número del mismo. En él, Gage anunciaba una convención en Washington los diás 24 y 25 de febrero. La oradora principal sería Stanton (60).
La convención se realizó en la fecha indicada en el hotel Willard House. Allí se dieron cita unas 70 personas procedentes de veintisiete estados. La única que no se presentó fue la oradora principal, Stanton. A pesar de que había prometido dar el discurso inaugural, cinco días antes tomó un barco rumbo a Europa. Eso sí, primero acudió a una convención de la NAWSA organizada por Antony (61). Lo dicho, con “amigas” así, quien quiere enemigos…
A pesar de que la convención de Gage recibió más atención por parte de la prensa que la de Anthony, Matilda no recibió el suficiente apoyo financiero para seguir manteniendo su proyecto. De hecho, sus finanzas personales se vieron bastante afectadas (62).
¡Bruja!
A día de hoy no nos es extraño el identificar a las feministas con las brujas. Unos nos identificaban con esas malvadas y perversas mujeres devoradoras de niños y concubinas de Satán, porque no podía haber nada peor sobre la faz de la tierra con lo que identificarnos. Las feministas adoptamos la figura de la bruja por lo que realmente significaba para las sociedades anteriores: mujeres independientes, poderosas y conocedoras de una sabiduría que se escapa al mundo del hombre, el mundo regido por la religión cristiana.
En esto Matilda, lo de poner en evidencia porqué se nos llama brujas, lo clavó:
“Cuando en vez de `brujas´ leemos `mujeres´, obtenemos una comprensión más completa de la crueldad inflingida por la iglesia a esta porción de la humanidad” (63)
Los juicios a los que las “brujas” eran sometidas, sobre todo en Europa, eran un espejo en el que las primeras sufragistas se veían reflejadas. Descartadas, vilipendiadas y vigiladas constantemente, sometidas a un juicio tanto por la sociedad como por las autoridades. Estaba claro el paralelismo (64).
Mujer, Iglesia y Estado
Como ya vimos en el apartado anterior, Matilda se distanciaba bastante de la unión, y prevalencia, de la iglesia con respecto al movimiento sufragista. Aunque ella era creyente, consideraba que la iglesia no debía dominar todos los aspectos de la vida de las mujeres (65).
“A La mujer se le dice que actualmente su posición en la sociedad está completamente subordinada a la Cristiandad; que es superior al de su sexo en cualquier edad anterior del mundo, Iglesia y Estado ambos sostienen que ella siempre ha sido inferior y dependiente, el hombre superior y gobernante” (66).
Todas estas ideas Matilda las puso de manifiesto en su obra más significativa Mujer, Iglesia y Estado. Este título seguramente os sonará y es que es uno de los capítulos que había escrito para la Historia del Sufragio Femenino. Llevaba ya un tiempo ampliándolo y en 1893 vio la luz en forma de libro (67).
En este libro, Matilda se despacha a gusto y pone los puntos sobres las íes. Habla sobre la existencia de un matriarcado en las sociedades primitivas (68), y sobre cómo el cristianismo, tanto a un lado como a otro del Atlántico, supuso un sometimiento para las mujeres (69).
Cuanto más poderosa y ambiciosa era una mujer, más susceptible era de ser una pecadora y de estar aliada con el Diablo (70). Tócate los ovarios. Por desgracia este pensamiento no ha cambiado mucho, y a una mujer triunfadora aún se la ve con recelo.
Matilda Joslyn Gage o Glinda…
Al inicio de este artículo os descubrí a la feminista Bruja Buena del Sur, Matilda, perdón Glinda. Aunque os pueda parecer raro, Baum se inspiró en su suegra para una bruja buena, y es que él adoraba a su suegra y la veía como un ejemplo (71).
En El Maravilloso Mago de Oz, Baum nos presenta unos más que notables personajes femeninos fuertes, y la defensa del pensamiento crítico frente al oscurantismo y la adoración (72).
Baum estaba casado con Maud, una de las hijas de Matilda. Aunque en un principio a Matilda no lo veía apropiado para su hija (73), es más que evidente que la relación entre ellos fue de lo más cordial. De hecho, tras fallecer el marido de Matilda, esta va a pasar los últimos catorce inviernos de su vida en su casa (74).
“Un mago por cada 10.000 brujas, y la persecución de la brujería comienza dirigida principalmente hacia las mujeres” (75)
Baum disfrutaba escuchando a Gage hablar sobre la caza de brujas que las mujeres habían soportado. Esto lo plasmó en su obra, con la persecución que sufre la Malvada Bruja del Oeste (76).
Durante un tiempo Baum regentó una juguetería en Dakota. Allí solía contar cuentos a los niños. Fue su suegra, Matilda, quien lo animó a poner todas aquellas historias por escrito, aunque aún tardaría un poco en seguir el consejo (77).
Matilda murió a la edad de 72 años, en 1898, antes de poder ver la obra de su yerno. Su libro no se publicó hasta 1900. La impronta de Matilda, sus pensamientos y su actitud ante la vida estaban más que presentes en la mente de Baum a la hora de dar vida a su Buena Bruja del Sur (78).
El Efecto Matilda
Aunque este término, el Efecto Matilda, os empiece a sonar ahora, fue acuñado en 1993 por la historiadora de la ciencia Margaret W. Rossiter (79). ¿Y de que va eso del Efecto Matilda? Pues muy sencillo, en hacer lo que hace dos siglos hizo Matilda: poner en relevancia a las mujeres científicas e inventoras que han sido silenciadas por la historia. Recordad que ya os hablé del libro de Gage La mujer como inventora.
Si a estas alturas os estáis preguntando porque escogió a Matilda Joslyn Gage para dar nombre a este movimiento reivindicativo tenéis que volver a leeros el artículo.
Matilda Joslyn Gage fue, ella misma, apartada de la historia, no recibió el reconocimiento que se le debe por parte del movimiento feminista. Ella, que dedicó parte de sus esfuerzos en que precisamente se reconocieran los méritos y aportaciones de tantas mujeres que quedaron excluidas a favor de sus “compañeros” masculinos.
No fue hasta 1972 cuando Matilda volvió a las páginas de la historia del feminismo. Fue gracias a Sally Roesch Wagner, una erudita en feminismo, que reimprimió la obra cumbre de Gage, Woman, Church and State (80).
Matilda Joslyn Gage murió el 18 de marzo de 1898, en casa de su hija Maud y su yerno Baum. Hasta en su muerte Matilda fue radical. Sus restos fueron incinerados, una opción de lo más radical en aquel momento. Sus cenizas descansan en el cementerio de Fayetteville bajo una gran piedra en la que reza la siguiente inscripción:
“Hay una palabra más dulce que Madre, Hogar o Cielo. Esa palabra es Libertad”
P.D:
La imagen de portada es de mi propia autoría
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Me ha encantado el artículo. Lo cierto es que había oído hablar mucho del Efecto Matilda pero no terminaba de entender de dónde provenía. Y ya que sea Glinda me fascina, Wicked es un libro y musical que me encanta
Muchas gracias Ángela. Me alegra que te haya gustado, y más aún el que hayas conocido a esta fantástica mujer. Seguro que ahora cuando veas o leas sobre el Mago de Oz pensarás en la «bruja de la suegra» de Baum 😉