Seguro que últimamente te has embobado con algún vídeo en Facebook, Instagram o Wathsapp en el que había un gato haciendo cosas. O varios gatos haciendo cosas. Quizás en vez de gatos es un perro, o varios. O un popurrí de gatos y perros demostrando que pueden llevarse bien. También puede haberte salido un ave rapaz volando como si fuera con una GoPro. Bueno, pues la adoración por los animales no viene de ahora, no, y menos por los gatos. Los animales sagrados son muy comunes en la Antigüedad… Y en el caso de los gatos, el primer testimonio de apego entre personas y gatos aparece en un enterramiento de tiempos predinásticos en Egipto. (1)
El zoo más divino… animales sagrados en la Antigüedad
Como la mayoría de las religiones de la Antigüedad, la religión egipcia era politeísta. Además, contaba con varias cosmogonías diferentes. (2) Más o menos, nos suenan unos cuantos (Horus, Isis, Ra…). (3) Pero lo que igual no te suena tanto es la vinculación entre el mundo animal y los dioses, y los animales sagrados.
Prácticamente todos los animales de Egipto tienen algún vínculo con sus dioses, hay multitud de animales sagrados. Esto es algo que puede deberse a que se originaran en tótems animales del primer periodo predinástico, según se observa en las representaciones artísticas de dioses y diosas con cabezas de animal(4). Había animales muy ligados a algunos dioses, que se convertían por ello en animales sagrados, como el buitre sagrado de Mut, el escorpión, el halcón, el cocodrilo, el ibis… (5)
Las versiones mortales de estos animales sagrados, se convirtieron en intermediarios entre los hombres y los dioses. Y fueron tratados como tal, con regalos para hacerle la pelota al dios en cuestión. Entre ellos, destacan los gatos; en Egipto, los animales sagrados más conocidos.
Me pareció ver un lindo gatito… esos si que son animales sagrados
Los felinos gozaban de una posición privilegiada en el panteón, eran especialmente animales sagrados. La diosa gato Bast, o Bastet, como diosa solar, fue diosa de la abundancia. Además, en su faceta doméstica, protegía el hogar y era protectora de mujeres y niños. (6) Pluriempleo divino, un no parar. Los gatos de carne y hueso, hacían lo propio como depredadores naturales de roedores que ponían en peligro las despensas. (7) También era la diosa local de Bubastis, donde se enterraban gatos momificados en su honor (8). Y es la versión más cuqui de Sekhmet, una leona con muy mal pronto, a la que se llega a emborrachar para que se le bajen los humos. (9).
Los gatos, después de muertos, son llevados a sus casillas sagradas; y adobados en ellas con sal, van a recibir sepultura en Bubastis.
Me lo ha dicho un pajarito, otra forma de ser animales sagrados
En el apogeo de Grecia primero y de Roma después, se tenía muy en cuenta lo que tuvieran que contar ciertos animales; era otra forma de ser animales sagrados o relacionados con lo sagrado. Desde la corneja y el cuervo, que avisaban de que la cosa fuera a ir bien o mal según por dónde los oyeras (10). Hasta la lectura de las vísceras de un animal sacrificado expresamente. Sí, es muy bizarro todo esto; pero es lo que había.
El propio Cicerón (11) pide que, antes de hacer algo serio, se consulte con el bicho pertinente a través del profesional adecuado: el augur. Se trata de un sacerdote de la antigua Roma. Estaba dedicado a adivinar o interpretar el vuelo de los pájaros o las entrañas de un animal sacrificado expresamente para ello. Pretendían saber por dónde iban a venir los tiros en asuntos de cierta importancia, como la fundación de una ciudad o el curso de una batalla.(12)
Antes de los romanos, los oráculos, sobre todo el de Delfos, (13) daban la legitimidad del poder. Una tradición/ley que perdura aún en el siglo IV a.C., cuando un tal Alejandro Magno se deja caer por allí. Vamos, que era como si le pusieran el sellito divino.
Claro que una vez se convierten en figuras clave para la política, se pueden “orientar” los auspicios. Dada la importancia de su aprobación, se podía seguir la voluntad del dios o dar un donativo al templo, para tener al dios y a sus sacerdotes contentos. (14) En otras palabras, el veredicto podía darlo un pájaro, las tripas de un pobre animal (que a ver qué culpa tenía) o una bolsa llena de denarios. (15)
Esto tampoco lo inventaron ni los griegos ni los romanos. El uso político de la adivinación ya venía de Egipto (sí, otra vez estamos ahí); como forma de control social, de mano, sobre todo, de Amón. (16)
Al otro lado del charco
Si has visto Pocahontas, te acordarás de cuánto gustaban los animales entre los pueblos nativos norteamericanos. Muchas de sus creencias hablan del parentesco entre personas y otros seres vivos, como plantas o animales. Es a estos últimos a los que conceden un estatus similar al de los humanos. Incluso llegaban a considerar que unos y otros no se distinguían espiritualmente. Para estas tribus, los animales sagrados eran parte de su cotidianidad.
De entre todos, el bisonte cobraba cierta importancia. El hecho de ser la base de su economía tiene su reflejo en la religión, vinculando al animal con la abundancia. Para los pawnees, el sacrificio y ofrecimiento de su carne aseguraba la continuación de los ciclos naturales. La extinción sistemática de la especie por los europeos invasores en el siglo XIX, supuso el golpe de gracia hacia estos pueblos. (17)
El Ave Trueno es un dios multiusos, que comparten diversos pueblos, quienes le atribuyen una u otra función. Entre los lakotas es un dios ayudante. Según los iroqueses, adopta forma humana. Según la mitología de los pueblos del oeste, libra un combate constante con los espíritus y serpientes malignos del inframundo, como la pantera acuática.
La misma serpiente que demonizan unos, es venerada por otros. Los navajos, por ejemplo, asocian al reptil con la tierra y la fertilidad, muy importante en sus entornos desérticos (18). Es la dualidad de los animales sagrados.
Antes y ahora
Los animales y su relación con el hombre tienen un pasado con mucho peso, profundamente vinculado a las creencias de diversos pueblos y miles de personas. Aunque ya no son animales sagrados, ahora nos quedan como mascotas, recurso alimentario, protagonistas de los documentales que son lo único que los cuñaos ven en la tele, y de vídeos para que nos embobemos por las redes sociales.
Ya sabes, la próxima vez que te aparezca por Facebook un gato haciendo monerías, que sepas que no es una moda de ahora, sino algo que nos viene de muy lejos y muy antiguo.
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